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¿SABÍAS QUE EXISTEN 2400 GLACIARES EN SANTA CRUZ?

Las provincias de Santa Cruz y de Tierra del Fuego reúnen una gran parte de la superficie helada argentina por fuera de la Antártida. Cuidarlos asegura la biodiversidad y la vida de las poblaciones de sus cuencas. Preservarlos es urgente.

Daniella Mancilla Provoste

 

Los glaciares constituyen componentes cruciales de muchos sistemas hidrológicos de montaña y son reconocidos a nivel mundial como “reservas estratégicas” de agua. Argentina posee 16.968 glaciares, 16.078 en los Andes y 890 en las islas del Atlántico Sur. La superficie total es de 8.484 km2, 2715 de los cuales están en las Islas Georgias y Sandwich. Los Andes del Sur (+ Chile) ocupan la 7ma posición mundial en superficie de glaciares.

 

Siete millones de habitantes viven en las 1800 localidades emplazadas en las 36 cuencas hídricas alimentadas por glaciares ubicadas en las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.

 

Los datos se desprenden del Inventario Nacional de Glaciares, un estudio realizado por el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA),dependiente del Conicet, la Universidad Nacional de Cuyo y del Gobierno de la Provincia de Mendoza con la coordinación del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación. El resultado del relevamiento se condensó en el “Atlas de glaciares de la Argentina”.


 

“Los glaciares son masas de hielo y nieve formados por compactación de la nieve. Cuando adquieren un espesor de algunas decenas de metros, fluyen hacia abajo por efecto de la gravedad. Técnicamente, son una masa que se mueve, y se puede separar del terreno que lo rodea que es estable”, explicó Pierre Pitte, investigador asistente de Conicet, Dr. en Ciencias Geológicas y Lic. en Geografía.

 

“Uno de los efectos fundamentales de los glaciares es la regulación de los caudales de los ríos de montaña. Acumulan agua en forma de nieve y hielo durante los períodos húmedos y fríos y la liberan en los períodos secos y cálidos”, dijo Pitte. “A escala anual, esto implica que acumulan agua en invierno y la liberan en verano, cuando la demanda de los ecosistemas y de las actividades humanas es mayor. A escala interanual, acumulan agua en años nevadores y la liberan en años de sequía, de nuevo cuando la demanda es crítica. A una escala menor, regulan la temperatura del agua y, por lo tanto, la posición en los ríos de buena parte de la cadena trófica acuática (cadena alimenticia acuática)”, agregó.


Son además elementos emblemáticos del paisaje, que por sus funciones como reguladores hídricos, su belleza y atractivo turístico, generan numerosos beneficios e ingresos significativos para las economías regionales y nacionales.

Los cuerpos de hielo también constituyen excelentes laboratorios naturales para estudios científicos de diversa índole, y ocupan un lugar destacado a nivel mundial como indicadores de cambios climáticos pasados y presentes. En efecto, el rápido retroceso de los glaciares en los Andes y otras regiones montañosas del mundo es considerado como uno de los signos más claros del calentamiento que ha experimentado el planeta en las últimas décadas.


Santa Cruz, tierra de glaciares


Las provincias con mayor cantidad de glaciares en áreas naturales protegidas son Santa Cruz (98%), Río Negro (90%) y Neuquén (83%).

 

Con 3.421 km², la masa helada que se forma en la provincia de Santa Cruz representa casi el 60% de la superficie glaciar de la zona andina de la Argentina, y con 2.420 unidades, posee el 15% del número del total de estas geoformas. La superficie media de los glaciares alcanza los 1,4 km2, muy por encima de las del resto de las regiones. Los glaciares de mayor tamaño de la región y del país son el Viedma (977 km2), seguido por el Upsala (785 km2) y el famoso Perito Moreno (244 km2). El total de la superficie de hielo equivale a 17 veces la ciudad de Buenos Aires.


Son seis cuencas que nacen en glaciares: la de los ríos Deseado, Chico, Mayer, Santa Cruz, Vizcachas y Coig, y la de los lagos Buenos Aires-Pueyrredón, y Lago San Martín.


 

En cuanto a cobertura de glaciares por cuenca, en la del río Santa Cruz se relevaron 3.052 km2 con presencia de hielo, mientras que en la del río Coig sólo se identificaron 0,3 km2. La cuenca del río Santa Cruz tiene el 89 % del hielo de toda la región y el 53 % del hielo andino del país. En ella se encuentran los glaciares de mayor tamaño de la Argentina y la mayor parte se ubica dentro del Parque Nacional Los Glaciares.

 

Más del 50% de la población provincial vive en alguna de las cuencas: más de 117.000 habitantes que desarrollan distintas actividades económicas que van desde el turismo, la pesca, la explotación forestal, el cultivo frutícola, la cría de ganado bovino hasta la minería.

 

“A diferencia de lo que sucede en otros países andinos como Perú, Ecuador y Bolivia, en Argentina hay muy poca población que reside de forma permanente cerca de los glaciares. Por este motivo, la conciencia de los cambios que están ocurriendo y sus consecuencias es menor que en otros países Andinos. No obstante, desde la sanción de la Ley de Protección de Glaciares (26.639) el tema está en la agenda pública”, resaltó Pierre Pitte. 

 

El retroceso generalizado de los glaciares responde al Cambio Ambiental Global y, en particular, al Calentamiento Global provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero producidas fundamentalmente por la quema de combustibles fósiles. El aumento de la temperatura media en el último siglo fue cercano a 1°C, pero fue dos o tres veces mayor en algunas zonas de los Andes. Esto implica que la isoterma de 0°C, que define la zona por encima de la cual las temperaturas medias anuales son negativas, ha subido cientos de metros de desnivel, exponiendo mayor proporción del área de los glaciares al derretimiento.

 

Para el investigador del Conicet, está comprobado que “todas las actividades humanas generan impactos. Con una adecuada consideración, estos pueden reducirse o mitigarse pero nunca se eliminan”. Sin embargo, “en el caso del turismo, el impacto en los glaciares suele ser menor. La mayor parte de su infraestructura, como refugios, medios de elevación y caminos, se construyen fuera de los glaciares y, por lo tanto, son los ecosistemas que rodean a los glaciares, como bosques o estepa altoandina, los que se ven más afectados. El tránsito de personas puede modificar las condiciones locales de la superficie pero no tiene un efecto significativo en el balance de masa (estado de salud) de los glaciares”. 

 

Preservación de las fuentes de agua


Ubicado sobre la Meseta del Lago Buenos Aires, del monte Zeballos (fundador del Instituto Geográfico Argentino, Estanislao Zevallos) y su glaciar asociado nacen los ríos Los Antiguos y Correntoso, de los que dependen las actividades agrícolas de la zona. Por eso es fundamental que sus cuencas estén protegidas.

 

Toda esa región fue mensurada en décadas pasadas y ofrecida en colonización bajo condiciones reguladas por el Consejo Agrario Provincial, al igual que toda la región noroeste de Santa Cruz. Las condiciones escarpadas del terreno, la falta de pastos y las condiciones climáticas extremas en torno al glaciar han impedido la ocupación. 

 

Hay 60.000 hectáreas que merecen ser resguardadas como bien público de todos los santacruceños declarándolas por ley parque provincial. Asegurar estas fuentes de agua y regular el uso de las nacientes de las cuencas de las que dependen las actividades agrícolas de Los Antiguos y de los campos de los valles ubicados sobre la Ruta 41, es indispensable para una economía sustentable a largo plazo.

 

La mayor parte de los glaciares de Argentina están en Parques Nacionales, Provinciales u otro tipo de Área Protegida. Esto agrega un nivel de protección adicional al que otorga la Ley de Glaciares y el Código Civil. “En las Áreas Protegidas la fiscalización de las actividades productivas es mayor y las comunidades locales ponen particular atención a que no se realicen grandes obras sin un cierto nivel de consenso”, destacó Pitte y agregó que “Las Áreas Protegidas son una forma eficaz de aplicar en el terreno la protección que otorgan las leyes. En general, fuera de las áreas protegidas, la capacidad reguladora del Estado es mucho menor.