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Luciano
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GRACIAS PARA SIEMPRE

Hay momentos de nuestras vidas que aún cuando pasen los años, jamás podrán olvidarse. Tan grabados a fuego que siempre de alguna forma, vuelven a nuestra memoria. 

Este es mi caso cada 3 de diciembre. El día del médico me recuerda un episodio hace unos cinco años en un supermercado de Río Gallegos que se relaciona inmediatamente con otro acontecimiento más especial hace ya, dieciocho años atrás. 
Estaba en la fila de la caja para pagar. Primero escuché su voz y me sonaba familiar. Recorrí disimuladamente las filas en las cajas cercanas. Sabía que esa voz era especial para mi. El sonido de las maquinitas registrando productos me dificultaba ubicar desde donde venía esa voz. 

Una vez más la escuché y ahí no tuve dudas. En la caja siguiente a la que yo estaba, una mujer de voz amable conversaba con la empleada del supermercado. Observé sus manos mientras guardaban la mercadería en la bolsa. Me emocionó ver otra vez esas manos. ¡Qué increíble como me emocioné solo con verlas! Unas manos que en uno de los momentos más difíciles para mí, habían sido tan maternales.

No me animaba a hablarle, no se acordaría de mi seguramente. De todas maneras fui, me acerqué.

-¿Dra. Britez?
– Si (dijo sonriente) y me miró.

Y ahí no tuve dudas. La reconocí por sus ojos claros, por su mirada amable, su acento.

Esa mirada dulce me acompañó en el desafío mas importante de mi vida; ser mamá muy joven. Mientras otras mujeres que trabajan en sala de partos me trataban con desprecio me decían “que me la banque”, que “para que se ponen a tener hijos si después no se la aguantan”  y muchas otras cosas horribles que ni vale la pena recordar (después supe que eso era violencia obstétrica, pero ahora no viene al caso).

Les decía, mientras esas mujeres pasaban y yo lloraba por los dolores, el maltrato, el miedo, ella llegó. Se sentó en mi cama. Me tomó de la mano y me acarició. Me miró, me sonrió con amor. Miró el monitor y me preguntó cómo me sentía. Yo, la verdad es que no recuerdo qué le dije. Creo que no me salió decirle nada, las contracciones era terribles y llevaba varias horas de trabajo de parto.

La Dra. Britez se bajó el barbijo y sin dejar de acariciarme la mano, me explicó lo que estaba pasando. Me dio aliento, me habló de cosas hermosas que vendrían ahora con mi hijo.

Me miró con respeto. Sentí que fue con amor.

Hoy es el día del médico y quiero agradecer para siempre a aquella Doctora que fue LA ÚNICA que en esa situación tan vulnerable, tuvo la humanidad de hacerme sentir acompañada.

Se lo dije cuando la saludé. Y su mirada fue de emoción. Me dio las gracias.

Gracias a Ud. Dra. Britez. Feliz Día.

Celebro que a partir de Octubre del 2015 TODAS LAS MUJERES tienen derecho a un parto humanizado. Garantizado por la “Ley Nacional Nº 25.929 – Parto y Nacimiento Humanizado”.

A todos los médicos, Feliz día.