Por Gustavo Andrés
El entretenimiento siempre está presente en la humanidad. Cada etnia, cada pueblo, cada civilización tiene su cultura de entretenimiento.
Con el transcurso del tiempo el entretenimiento se transformó en industria, como todo. Esa industria fue ganando cada vez más audiencias y espectadores, y el ritual fue cambiando de escala, creciendo y cambiando.
Hoy estamos ante un hecho histórico global que generará cambios de hábitos en la manera de entretenerse.
Así como los jóvenes en las últimas décadas y generaciones en las grandes urbes locales cambiaron el ritual de “asaltos” por “boliches, por “bailantas”, por “peñas”, por “discotecas”, por “recitales”, por “festivales”; esta nueva situación de escala mundial, y ante generaciones familiarizadas con pantallas, estas ventanas serán parte del entretenimiento. El concepto visual se terminó de instalar en cualquier ritual, sea presencial o digital.
También, y algo a tener en cuenta, es que el mensaje excesivo, y por momentos poco claro, de los aparatos de comunicación estatales y los medios en general en referencia a la manera de propagación del virus, llevará a las audiencias o espectadores de espectáculos a evitar asistir a lugares cerrados (sospechando que el virus seguirá en el aire) y a tener gente cerca. La fobia del encierro y fobia social será parte.
Según estudios, y al llegar a una situación controlada ya de la pandemia, el público adulto disminuirá en un 40% su intención de asistir a eventos por esas características del lugar y tumultuoso ( aun en asientos de teatro contiguos ), no así con el público joven que la recuperación a un standard “normal” será más inmediata.
Asimismo, las nuevas generaciones artísticas con su pensada puesta, gran contenido visual, de climas y su teatralización frente a cada una de las cámaras se han convertido en artistas más integrales.
