Así lo describe Estrella Herrera, fotógrafa, licenciada en artes. Trabaja hace tiempo con la imagen en proyectos personales y también con el mundo de la naturaleza y los viajes.
Hablar de paisajes inmensos y horizontes infinitos, nos remite enseguida a su reciente experiencia en Parque Patagonia. “Un lugar -según describe- donde la inmensidad es protagonista, donde la presencia de la luz en los atardeceres tiene una cadencia distinta de la que estamos acostumbrados, como si el sol tuviera otro ritmo. Hay una hora oblicua que tal vez en otros sitios dura media hora… pero ahí, puede durar tres horas”.
¿Cuál es la particularidad de un paisaje como este para una actividad como la fotografía? “Es un desafío”, dice Estrella. Y es que “son escenarios muy imponentes. Las montañas, la estepa infinita, las formaciones rocosas”
En esta inmensidad, la experiencia “tiene mucho que ver con lo sublime de la escala de las cosas”. Se trata de “que quien vea la imagen, pueda percibir la diferencia entre la escala humana y la montaña”.
Es difícil trasladar una experiencia bidimensional como es mirar una fotografía. Estrella explica que “la manera en que eso se resuelve -muchas veces- es haciendo convivir algo enorme con algo pequeño: un paisaje, un cañadón y una figura humana que muestre un poco la relación de tamaño”
Así y todo, no solo de dimensiones y perspectivas se trata. Se dice que para descubrir la Patagonia hay que bajarse del auto. Y “no es solo bajarse y mirar, sino buscar el mejor punto de vista. Eso puede implicar caminar más, y pedirle a quien querés retratar, que también camine y se ubique en un lugar específico”
Paciencia y tiempo, son las premisas. Casi como entrar en una cápsula donde lo único que corre, es el viento. Este rincón de la Patagonia “tiene una relación estrecha con el manejo de las distancias que requiere de paciencia” describe.
“Para disfrutar por completo de la experiencia de hacer fotos en esa región, previamente se debe pensar en dónde se quiere estar en el mejor momento de luz, para poder organizarse, teniendo en cuenta que los traslados son largos. Hay un montón de puntos de vista re escénicos que permiten hacer fotos maravillosas”
Una de las experiencias que Estrella más atesora es la de recorrer el Cañadón del río Pinturas. “Me sorprende que siendo tan enorme, uno en un día pueda atravesar distancias tan largas: entrar por un lado, bajarlo, cruzar por debajo, subir e ir a la Cueva de las Manos y darte cuenta de que estás del otro lado… es asombroso que uno a pie haga esos trayectos que quizás no llevan más que dos horas y media, con una percepción única del espacio tan gigante desde distintos puntos de vista”
“Me gusta este tipo de Patagonia que no es la más habitual”. “Este paisaje tiene un carácter más rudo y ancestral. Para mí, fue una sorpresa, yo no sabía que existía un lugar así. Es inmenso y a la vez tiene un montón de sitios muy diferentes, con geografías muy distintas, en los que la piedra va cambiando de color y de forma, generando tremendas hendiduras y cañadones, o ver montañas y mesetas perfectas”
Por otro lado, el paisaje también se complementa con la fauna. “La presencia de los guanacos, los choiques, en estado salvaje, natural, es una experiencia increíble. No hay otro tipo de distracción. Lo único y ‘lo todo’ que hay para mirar, percibir y escuchar, son los sonidos del viento, las formas del paisaje”
“Si la foto no tiene sujeto, verbo y predicado, no sirve”, dijo alguna vez el prestigioso fotógrafo argentino Carlos Bosch. Para quienes se decidan a retratarlo, el noroeste de Santa Cruz cumple con creces, con esa desafiante premisa.
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