LectO fue creada hace tres años por cuatro jóvenes como proyecto de una materia en la escuela secundaria. Con el apoyo de la organización internacional Disfam, que trabaja para mejorar la vida de las personas con dislexia, perfeccionaron el desarrollo de la que hoy es una herramienta de lectoescritura gratuita, que se puede bajar desde cualquier dispositivo. Tiene más de 25.000 usuarios de 35 países y está en 7 idiomas.
“Que el 10 % de la población mundial tenga dislexia es un número muy alto y preocupante cuando tienen pocas ayudas disponibles”, dice Ulises López Pacholczak, quien junto a Fausto Fang, Lisandro Elías Acuña y Gonzalo Díaz de Vivar crearon ―cuando tenían 16 años y cursaban juntos la escuela secundaria― una aplicación que les facilita la lectura y escritura a personas con esta dificultad, mediante herramientas como colores, pictogramas y audios. Desarrollada con el apoyo de Disfam, la organización sin fines de lucro más grande de Iberoamérica para personas con dislexia, LectO es descargada en 35 países y por casi 25.000 usuarios en siete idiomas.
El pasado 8 de octubre fue el Día Internacional de la Dislexia. Esta dificultad específica del aprendizaje que afecta la lectoescritura, efectivamente es la realidad de 1 de cada 10 personas en la Argentina. Tiene carácter persistente, es de origen neurobiológico y suele ser hereditaria. Y, sin embargo, la gran mayoría de las personas con dislexia no está diagnosticada.
Gustavo Abichacra, médico pediatra, magíster en psiquiatría infantojuvenil y presidente del Comité Científico de Disfam Argentina, explica que la dislexia “se manifiesta en la dificultad para aprender a leer luego de una enseñanza explícita de la lectura en chicos sanos con capacidades cognitivas suficientes, pero que se les dificulta acceder a la lectura como el resto de sus compañeros”. No consiguen hacerlo en forma fluida, precisa ni automatizada. Sin un diagnóstico y tratamiento, trae consecuencias académicas, pero especialmente emocionales y sobre la autoestima.
Contar con herramientas como un editor de texto que alivie parte de estos desafíos es siempre bienvenido y necesario en todas partes.
“Tener dislexia es como leer en portugués sin saber portugués y escribir con la mano izquierda, siendo diestros”, explica Abichacra. Por eso las herramientas de acceso al contenido son tan esenciales como brindarle anteojos a una persona corta de vista. “Para los niños con dislexia no es darles una ventaja, sino la posibilidad de comprender los textos y expresarse de una manera adecuada”, dice.
En esto coincide exactamente con la visión de Ulises: “LectO ofrece distintas herramientas que ayudan a mejorar la lectoescritura. En su momento lo pensamos como unos anteojos para las personas con dislexia. Los mismos que ayudan a alguien a mejorar su visión cuando realmente los necesita. LectO es como sus anteojos; permite acceder a los textos y facilita la escritura”. Ulises estudia Ciencias de la Computación en la Universidad de Buenos Aires. “Estoy en primer año del Ciclo Básico Común y empecé con LectO en 2019. Ahí me encargué más de la programación, especialmente para la aplicación Windows y también de backend, la parte de la app que el usuario no ve”, cuenta. Actualmente, como sus compañeros, se ocupa de los requerimientos puntuales que tiene la aplicación.
Ulises, Fausto, Lisandro y Gonzalo hoy tienen 19 años y cursan sus estudios universitarios. Crearon esta aplicación hace tres años, en la especialización de Tecnología de la Información y Comunicación de su escuela: la ORT de Belgrano en Buenos Aires.
Luego cada uno empezó su carrera universitaria. Dos de los integrantes del equipo consiguieron becas para estudiar en los Estados Unidos, uno en Stanford y otro en la Universidad de Nueva York. Los otros dos decidieron quedarse en la Argentina.
Un proyecto estudiantil
“En la secundaria ya me encantaba la programación igual que a mis compañeros de LectO. La especialización que elegimos es una combinación entre software, hardware y otras cosas de tecnología. En tercer año nos juntamos para el proyecto final y pensamos si podíamos hacer algo que realmente ayudara a la sociedad. Buscábamos un tema fructífero y motivador, que el tiempo que le dedicáramos le mejorara la vida a alguien. Entonces, nos enfocamos en la dislexia de algunos de nuestros compañeros. Tuvimos reuniones, consultas, investigamos y desarrollamos la primera versión de LectO”, cuenta Ulises. En un principio plantearon la herramienta como un editor de texto muy parecido a Word, pero después le agregaron algunos recursos de accesibilidad para mejorar la lectura de personas con dislexia. La primera versión, que lanzaron en diciembre de 2019, tenía muchísimos errores, pero les abrió también muchísimas puertas, como el asesoramiento de Disfam. Eso les dio el impulso para ―en plena pandemia― desarrollar la primera versión de escritorio. Los usuarios podían descargarla en su computadora a través de la tienda de Windows.
“Tuvo bastantes usuarios, pero nos dimos cuenta de que había muchísimas personas que necesitaban usar la aplicación en tablets o en celulares y esa plataforma de Windows no lo permitía. Entonces, para fines del 2020, principios del 21, logramos la primera versión web a la que se puede acceder desde cualquier dispositivo”, cuenta Ulises.
Facilitar las tareas
LectO no representa una solución a la dislexia, que necesita un abordaje integral e idealmente temprano, pero ayuda a chicos y a grandes en la lectoescritura. Lo hace a través de sus distintas funcionalidades, como escuchar el texto o “pararse” sobre una palabra y que traiga su imagen en pictograma. También sacar fotos a cualquier texto impreso, subir las imágenes a la aplicación y poder leer y escuchar ese texto. O editar, marcar palabras o letras con ciertos colores para leer con más facilidad. Todo esto, con la opción de elegir entre las siete fuentes de letra más amigables con la dislexia, cambiar su tamaño y ajustar la velocidad de la voz.
Los usuarios reportan cosas para mejorar, que seguramente serán abordadas por los desarrolladores en las futuras actualizaciones: dificultades para que la aplicación “tome” correctamente las letras con tilde características del español o errores en los textos bajados de fotos, como cuenta Carolina Bonetti, mamá de Agustín de 8 años. Pero la siguen usando porque incluso teniendo que corregir estas cuestiones ―que hoy por hoy todavía se repiten en mayor o menor medida en casi todos los lectores y editores de texto― les resulta de ayuda en sus tareas diarias.
“Es importante ir corrigiendo las funciones de estas herramientas, que sean más precisas y se mantengan flexibles y sencillas. Son cruciales para facilitar la autonomía, que es lo que uno busca para un niño con dislexia. Que ellos, en esta búsqueda de herramientas que necesitan para poder estudiar, encuentren autonomía. En el caso de mi hijo, no es que yo no le quiera leer el texto, sino que él sepa que si necesita acceder a un texto no requiere que su mamá se lo lea, sino que tiene herramientas para hacerlo de la manera que hoy él puede, que es a través de una aplicación”, cuenta Carolina.
“En su momento, uno de los desafíos más grandes fue hacer que la aplicación realmente resolviera un problema, porque es muy distinto a solucionar algo abstracto de matemática, por ejemplo. A mí me encanta la computación matemática y este año competí en las Olimpíadas Internacionales de Informática representando a la Argentina: ahí te dan problemas muy abstractos, que no son tan reales; te estimulan a plantear un algoritmo para resolver un problema lógico matemático. Pero cuando uno quiere abordar un problema de una persona, de un conjunto de personas, no puede sentarse y decir ‘invento esto y espero que todo el mundo lo use, solo porque creo que mi código y mi solución son buenísimos’. El gran desafío fue validar y trabajar codo a codo con los potenciales usuarios de nuestra aplicación. Disfam no solo difundió nuestro trabajo, sino que nos ayudó a conseguir personas para el testeo inicial de la aplicación para ver que fuera usable e intuitiva para que más gente accediera a esta solución gratuita y pudiéramos ayudar a mejorar más experiencias”, explica Ulises.
Aunque la herramienta usa sitios webs gratuitos, el proyecto se sostiene con donaciones que se pueden hacer a través de un botón en la página y permiten mejorar la infraestructura de los servidores y el funcionamiento de la aplicación sin tener que cobrar nada por su uso.
Comprender el problema
Tal como explica Disfam España en su web, el principal problema que tiene la dislexia es que no es compatible con el sistema educativo en general, porque los aprendizajes se dan a través del código escrito. Esto complica al niño con dislexia que, aunque sea inteligente, no puede asimilar ciertos contenidos de la misma forma que el resto.
Necesita poner tanto esfuerzo en las tareas de lectoescritura que tiende a cansarse, a perder la concentración, a distraerse y a rechazar este tipo de tareas. Los familiares y maestros pueden interpretar esta conducta como desinterés y presionar para conseguir mayor esfuerzo. Pero lo que le pasa a este niño es lo que puede sentir un adulto que de repente estuviera en plena clase de escritura china.
“Estos desafíos hacen que gasten tres veces más de tiempo y cinco veces más de energía cerebral que sus pares”, explica Abichacra. “Toda herramienta que les permita poder dictarle a una pantalla, por ejemplo, un texto que se escriba en forma automática, sin errores de ortografía, es una aliada absoluta. Lo mismo pasa con la lectura de textos que se hacen audibles, para que no tengan que poner toda su atención en el mecanismo de la lectura. De esa forma pueden enfocarse en lo que les quiere transmitir el autor”.
En la dislexia no hay solo dificultades en la lectura y en la escritura. “También puede haber desafíos en la comprensión, la memoria a corto plazo, el acceso al lenguaje; confusión entre la derecha y la izquierda o dificultades en las nociones espacio-temporales. No existen dos personas con la misma dislexia, por eso cada caso es único y no tiene por qué presentar la totalidad de los síntomas”, aclara Disfam en su página web.
Cuando hay dudas sobre si un niño o un adulto tiene dislexia, existe el protocolo de detección Prodislex, con versiones para cada etapa de la vida. Si se cumplen muchos síntomas, conviene una evaluación neurocognitiva con un profesional. Aunque puede ser diagnosticada y tratada a cualquier edad, la detección precoz es esencial para prevenir las secuelas emocionales, la desmotivación y el fracaso escolar. Pero cada persona es distinta; algunas empiezan a mostrar dificultades en el jardín de infantes o en primaria, otras en la secundaria y hasta en la etapa universitaria o laboral.
“La reflexión más importante sobre la dislexia para mí siempre apunta a las posibles consecuencias sobre el desarrollo emocional de los chicos. Están aprendiendo a ser personas que tienen que sentirse capacitadas para lograr lo que quieran, ya que sus capacidades cognitivas incluso a veces superan las de la media de la población. Pero las consecuencias psicológicas de la dislexia no abordada en forma correcta pueden llevarlos a sentir ansiedad por las tareas diarias que se les presentan. Una ansiedad diferente a la que todos podemos tener ante desafíos o algo nuevo. Las dificultades de la dislexia les pueden complicar la funcionalidad en las acciones de la vida diaria, por ansiedad, frustración o cansancio. Pueden llegar a bajar los brazos o entrar en lo que se llama ‘indefensión aprendida’ porque hagan lo que hagan, a pesar del esfuerzo, los resultados son los mismos. Por eso es tan importante el diagnóstico temprano y el acompañamiento de toda la sociedad”, señala Abichacra.
Correctores ortográficos, lectores de textos o cualquier tipo de apoyo, son recursos que ayudan a que las personas con dislexia desplieguen su potencial, que es muy grande.
“Independientemente de las herramientas de acceso y de forma que te pueden dar en la escuela como adelantar un texto, agrandar la letra, un poco más de tiempo, favorecer la oralidad o hacer pruebas más cortas, todas las herramientas de apoyo hacen que se facilite tanto la lectura como la escritura de los textos, que es donde radica la dificultad”, subraya Abichacra.
De hecho, en caso de un diagnóstico de dislexia se aconseja trabajar con un especialista en reeducación del aprendizaje y, de ser necesario, en el aspecto emocional. Explicarle al niño o al adolescente qué pasa y normalizar el cuadro señalando las características positivas de las personas con dislexia, que suelen ser grandes pensadoras visuales, muy creativas, inteligentes y sensibles, entre otras cualidades. En el colegio hay que hacer adaptaciones para que cumplan con los mismos contenidos y objetivos que el resto de compañeros, pero con ciertas modificaciones en el acceso. Evitar conflictos en el aula, abrazar la diversidad y prevenir el acoso escolar. Para esto son de ayuda la computadora o tablet, programas informáticos específicos, lector, corrector, calculadora, tablas de multiplicar, grabadora de voz y horarios visuales, y aplicaciones como LectO pueden hacer la diferencia.
En 2016, la Ley Nacional 27306 sobre el abordaje integral e interdisciplinario de los sujetos que presentan dificultades específicas del aprendizaje “cambió radicalmente” el panorama sobre cómo se enfoca la dislexia en las escuelas. Dice Abichacra: “Aunque todavía estemos lejos de lo ideal, muchos docentes se han formado, se han interesado por el tema, que para la mayoría era desconocido”.
La Argentina es uno de los pocos territorios de América donde existe una ley nacional específica que, entre otras cosas, establece la obligatoriedad de la formación docente. Además, les brinda herramientas tanto a los alumnos como a sus padres para pedir que se hagan las adaptaciones de acceso y de forma en la enseñanza, “por más que haya negativa por parte de alguna institución”, agrega el especialista.
Para hablar sobre todos estos temas, y acceder a capacitaciones y actualizaciones, el 21, 22 y 23 de octubre es el V Congreso sobre Dislexia y otras DEAs en CABA con modalidad virtual también, bajo el lema “Valorar el esfuerzo contemplando las emociones”.
Tal como explica María Arabetti, presidenta de Disfam Argentina, el encuentro está abierto a personas con o sin dislexia, profesionales, familias, docentes, directivos, médicos y más. El enlace para la inscripción es: https://www.disfam.org/argentina/congreso/ y para más información se puede escribir a contacto@disfam.com.ar.
Al equipo de LectO, además de aportar una herramienta, le interesa transmitir un mensaje motivador a los jóvenes que están en la secundaria o están empezando la carrera. Así lo explica Ulises: “A mí me gusta decir que programar, aprender a usar la computadora, la informática, te abre muchas puertas. Hoy la sociedad está inmersa en un ámbito digital y a través de la programación uno puede hacer cantidad de cosas y cambiar la vida de muchas personas. Programar no solo permite crear productos, sino que te cambia la forma de pensar desde la matemática y la lógica. Si uno tiene ganas, ya desde muy chico se puede mejorar el entorno. Hacer las cosas un poco mejor, pensar más en el otro”.
FUENTE: Plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN.