La consagración a la Madre Tierra invocada por los pueblos quechua y aymara tiene un protocolo que se sigue a rajatabla para mantener el rito intacto. Cómo se le “devuelve” lo que da, la caña con ruda, el baile y el color rojo que domina la escena.
Esta suerte de consagración a la Tierra invocada por los pueblos quechua y aymara está llena de particularidades, replicadas por siglos, que aún hoy resultan celosamente realizadas al principio del octavo mes del año, e incluso durante los 30 días subsiguientes.
Devolver lo que la Tierra nos da
La ceremonia de consagración consiste en cavar un pozo, que representa la boca de la Madre Tierra -la Pachamama- y entregar las ofrendas por parte de los pobladores. El espíritu es devolver lo que se toma de ella. Habitualmente se depositan hojas de coca, chicha, alcohol y cigarrillos. Luego se tapa el pozo con tierra, botellas de alcohol y vino.
Un baile de hermandad
Aunque puede variar según la región, lo habitual es que, para completar la ceremonia, los presentes se tomen de la mano para expresar el espíritu de hermandad que reina, y dancen alrededor del hoyo tapado, al son de la caja, flauta y la copla.
La ceremonia tiene su propio color. El rojo representa lo tangible, el “Kay Pacha” (el mundo terrenal en la mitología inca), a los Runas (los hombres indo amazónicos). Es decir, a los hijos de la Tierra.
¿De dónde viene la palabra “Pachamama”?
Surge de la unión de dos vocablos quechuas: “pacha” (universo, mundo, lugar) y “mama” (madre). Para los quechuas que habitaban los cerros peruanos, bolivianos, de Chile, Ecuador y Colombia, y del norte argentino, la Madre Tierra era la deidad máxima.
¿Por qué el 1 de agosto?
Se asume como una fecha clave, por considerar que la Madre Tierra culmina ese día su “reposo invernal”. En el mundo andino, el ciclo agro pastoril se divide en época seca y época húmeda. En la seca, se celebra la Pachamama, en agradecimiento a lo cosechado en el período anterior.
El paso del tiempo fue agregando elementos.
Una ceremonia tan antigua fue acumulando o enriqueciendo sus elementos con el paso del tiempo. Así, las ofrendas fueron incluyendo nuevos elementos, por lo general los considerados “mejores” del año, como tubérculos, frutas, cereales, flores, chicha de jora (bebida fermentada), ramilletes de coca y tabaco, entre otras cosas.
Por supuesto: la caña con ruda.
El fin conceptual de la celebración es cerrar ciclos, renovarse, y arrancar nuevos proyectos. Mientras tanto, la ceremonia más conocida es la de tomar la caña con ruda. Esa bebida consiste en una mezcla de caña blanca paraguaya o ginebra con hojas de ruda. De hecho, se lo considera un brebaje ancestral.
De acuerdo a varios historiadores, el origen de esta celebración se remonta a periodos anteriores a la llegada de los conquistadores europeos, aunque no haya una fecha más precisa, y por tanto sobrevivió al sometimiento que los pueblos originarios andinos sufrieron durante ese lapso.
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