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Luciano
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La criptonita de Luxen hace efecto: Leguizamón, en su oficina

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La criptonita de Luxen hace efecto: Leguizamón, en su oficina

Fabián Leguizamón, de cruzado anti-Luxen a visita protocolar en el despacho del “enemigo”

 

A veces la política te da sorpresas. Y esta semana, la sorpresa la dio Fabián Leguizamón, el mismo que hace nada prometía fuego y furia contra Pedro Luxen. Pero como diría la abuela, “donde hubo fuego, cenizas quedan”. Y parece que esas cenizas no tardaron en enfriarse, porque ahí lo vimos, en una postal que ya circula por todos lados, sentado en la oficina de Luxen, cara de resignado y todo, al lado de su “archirrival”. ¿Qué pasó,? ¿Se acabó la munición gruesa?

 

 

La foto es digna de un cuadro: Leguizamón, Luxen y Nicolás Brizuela, todos bien acomodados, con la cordialidad justa y necesaria. El que hasta ayer nomás quería “cortarse solo” ahora aparece mansito, dispuesto a charlar como si acá nunca hubiera pasado nada. ¿Se viene la paz o es la paz de los vencidos? Porque no nos engañemos: en esta escena, Luxen tiene toda la pinta de ser el que manda. Hasta el monitor de su escritorio parece estar disfrutando de la visita.

Ya hay quienes, entre risas y cargadas, hablan de que Luxen debe haber encontrado la “criptonita” de Leguizamón. ¿Será que le prometió algo irresistible o simplemente lo cansó a fuerza de desgaste? Lo cierto es que Fabián, que antes salía al choque con todo, ahora parece haber entrado en “modo zen”. Aunque la cara le delata un poco: no se le ve tan contento como uno esperaría en una reunión de amigos.

Entonces, la pregunta es: ¿fue Leguizamón a rendirse? ¿Se bajó del pedestal y firmó una tregua con Luxen? Ojo, que esto es política y acá todo se negocia. Pero por ahora, la imagen deja claro quién tiene la última palabra. Porque mientras Luxen parece más cómodo que nunca, Fabián está con esa mirada que dice “¿en qué me metí?”.

Los pasillos ya están revolucionados con rumores, y no falta el que asegura que esto es solo el principio de una nueva novela. Capaz que mañana nos enteramos de que, después de todo, la “resistencia” de Leguizamón tenía sus límites, y que Luxen encontró la manera de desarmar al héroe de los discursos encendidos.

En fin, los que se quedan afuera miran y disfrutan del espectáculo. La política sigue dando de qué hablar, y mientras algunos aplauden y otros ríen, Leguizamón parece haber guardado la espada. Al menos, por ahora. ¡Esto sigue!