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Luciano
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LA DESIDIA QUE SE SIENTE EN CADA VIENTO

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LA DESIDIA QUE SE SIENTE EN CADA VIENTO

El Consejo de Educación y la Desidia que se Siente en Cada Viento

En Santa Cruz se dejó al descubierto, una vez más, la falta de criterio y organización del Consejo Provincial de Educación. En una muestra evidente de desidia y desconexión con la realidad, las autoridades decidieron suspender las clases por condiciones climáticas adversas cuando la mayoría de los alumnos ya estaba en los colegios o, peor aún, transitando por las calles expuestos al viento que  no perdona.

La situación, que se repite en cada oportunidad , evidencia una incapacidad para anticipar decisiones en beneficio de los estudiantes y sus familias. Nuevamente,el anuncio llegó tarde, demasiado tarde. En muchos casos, los chicos ya habían ingresado a los establecimientos, otros estaban en camino y algunos quedaron varados en las paradas de colectivos, enfrentando ráfagas de más de 80 km/h. La improvisación se transformó en norma y la previsibilidad, del Consejo de Educación, bien gracias.

Mientras tanto, padres y docentes se preguntan cómo es posible que, en una provincia acostumbrada a los embates del clima, aún no existan protocolos claros y definidos para este tipo de contingencias. “No puede ser que nos enteremos de la suspensión cuando ya estamos llegando al colegio, parece una joda “, reclamó una madre visiblemente indignada. “¿ No saben leer el pronóstico? Todos sabíamos que venía el viento, menos ellos”, agregó.

La falta decisión no solo expuso a los estudiantes a condiciones peligrosas, sino que además generó un caos innecesario . La falta de comunicación y coordinación entre las autoridades provinciales  quedó en evidencia, dejando en claro que la planificación y el criterio brillan por su ausencia en el Consejo Provincial de Educación.

Lo que debería ser una decisión simple y preventiva, se convirtió en un ejemplo de la falta de sensibilidad de las autoridades, que una vez más demostraron estar desconectadas de la realidad cotidiana de los santacruceños. Un viento que, al parecer, solo sorprende a quienes tienen la responsabilidad de cuidar a los chicos.