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Luciano
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PATAGONIA SIN FILTRO

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PATAGONIA SIN FILTRO

El noroeste santacruceño y la posibilidad de salir a mirar distinto

 

Desde Los Antiguos, un guía propone salidas por el noroeste de Santa Cruz y la Patagonia chilena, donde el paisaje se convierte en una experiencia compartida. Sus recorridos invitan a mirar con atención, a pensar con calma y a dejar que el paisaje marque el ritmo.

 

 

Hay personas que guían desde el saber, otras desde la emoción. Guido Vittone es un guía especializado en la geografía del noroeste de Santa Cruz, y lo hace desde ambos lugares, pero también desde algo más: una forma de estar en el mundo.

“Vivo en estos paisajes y elijo seguir inmerso en ellos”, dice Guido. Con esa pertenencia invita a salir al encuentro del entorno con otros ojos. Desde Los Antiguos, organiza salidas que recorren la Ruta 41, atraviesan el valle del río Jeinimeni o se internan en sitios poco conocidos del noroeste santacruceño. Algunas propuestas forman parte de circuitos tradicionales, como la Cueva de las Manos. Otras, en cambio, se diseñan a medida, con contenidos específicos y una mirada que busca ir más allá de lo habitual.

“Me gusta hacer propuestas fuera de lo habitual, o con contenido específico, para clientes que tienen la libertad de elegir. De una u otra manera, la experiencia que brindo tiene mi sello personal”, asegura. Y es que esa marca es la que transforma una caminata en una oportunidad para detenerse y observar… y también en un motivo para pensar.

 

 

Encuentros que sorprenden

 

Salir con Guido es la posibilidad de que quienes comparten el camino en sus guiadas, y que son personas desconocidas hasta hace un rato, se miren diferente después de caminar juntas varios kilómetros. “Cada uno trae su historia y ve la realidad a través de sus lentes. Eso hace los encuentros interesantes”, dice Guido. A veces son turistas que llegan con una idea clara del destino; otras, gente local que quiere volver a mirar su propio lugar con ojos más atentos.

La diversidad enriquece. Nacionalidades, edades, preguntas. Pero hay algo que se repite, y es la sorpresa. El guía cuenta que las personas “siempre se sorprenden” por alguna u otra razón, y es ahí, en ese gesto de asombro compartido, donde suele nacer la charla y el intercambio.

 



Guido transmite sus conocimientos mientras camina, señala una formación geológica o abre espacio para alguna pregunta. “A veces pienso que mis guiadas son como cursos o capacitaciones, aunque no lo digo porque puede espantar clientes”, y prefiere llamarlas salidas de campo. Son recorridos en los que el foco está puesto en observar, leer el entorno y dejarse afectar por lo que aparece.

Hay volcanes, glaciares, huellas fósiles, formaciones rocosas que narran millones de años. Pero también hay preguntas, pausas y aprendizajes que se activan en el cuerpo. “Es inevitable que ocurran aprendizajes”, dice. No se trata de enumerar datos, sino de despertar la curiosidad. Es preguntarse qué es esto que veo, cómo llegó hasta acá, qué dice de la Tierra. Guiar, en su caso, es una forma de acompañar a mirar distinto. Y dejar que el paisaje haga el resto.

 

 

Una parte importante de la caminata son aquellas decisiones previas, que si bien no se ven, Guido tiene la cautela de resolver siempre. Hablamos de estudiar las condiciones climáticas, leer el terreno según eso, pensar en el ritmo del grupo. Pero en el caso de este guía, también hay algo más íntimo, casi intuitivo, que orienta cada recorrido. “Tengo que admitir cierto egoísmo”, dice. “Organizo mis propuestas en torno a lo que yo quiero hacer, y las adapto a los participantes teniendo en cuenta sus perfiles, intereses y las condiciones climáticas”.

Esa honestidad revela su sello particular, porque no se trata de imponer un camino, sino de encontrar el punto justo entre el deseo de guiar y el deseo de descubrir. “Por supuesto, hay clientes que buscan algo específico y en ese caso se intenta satisfacer ese interés”, aclara. Pero aun así, el paisaje tiene siempre algo para decir. Y muchas veces, es él quien termina marcando el rumbo.

Vittone habla de sus salidas como quien habla de una forma de estar en el mundo. Lo que propone es mucho más que una caminata, porque implica salir sin apuro, con disposición a sorprenderse, con los sentidos atentos. “Diría que salimos a descubrir, a sorprendernos, a ver qué experiencias nos regala el lugar que vamos a visitar. Creo que esa actitud se aplica a la vida en general”, reflexiona.

En sus palabras, la naturaleza es compañera, aunque también imprevisible. “Está bien tener expectativas u objetivos, pero está claro que la naturaleza no está bajo nuestro control”, dice. Y esa certeza, lejos de frustrar, libera. Invita a mirar sin esquemas, a caminar sin atajos, “a encontrar en lo mínimo la posibilidad de una experiencia genuina”.