RECORTES CON SONRISA: VIDAL POSA EN EL HOSPITAL MIENTRAS SACA LAS HORAS EXTRAS
El personal (o mejor dicho, las pantuflas) es lo único que hace que el hospital funcione, porque todo lo demás está hecho roto. La circular del Ministerio que recorta horas extras muestra a la perfección esta gestión fallida que vive de humo mientras la crisis sanitaria se profundiza.
Apareció una circular: reducir horas extras, aumentar los papeles, aplicar ajuste sin plan. Pero no se dan cuenta los que firman y firman que esas horas extras no son lujo ni privilegio, son el tejido humano que tapa el colapso estructural, la grieta inmensa que dejaron las administraciones anteriores. ¿Y si el hospital funciona? Es gracias al personal, no a la administración: faltan insumos, no hay abastecimiento digno, el sistema es un mecanismo oxidado que solo resiste por una fuerza de voluntad casi heroica de los que trabajan.
El fin de semana pasado, el gobernador Claudio Vidal deambuló por el hospital como si recorriera el set de un spot político. Más de cuatro horas para la foto, acompañado por la ministra Ross y el director Flores, mientras se ejecutaba por detrás otra circular que desarmaba el poco alivio que tenían los trabajadores. “Menos derroche, más eficiencia”, fue la consigna pública, mientras en los pasillos médicos y camilleros veían cómo se sacrifican sus derechos en nombre de una “gestión austera” que ni siquiera organiza una planilla decente.
Hoy hubo movilización masiva en los pasillos. El personal no agitó pancartas, pero hizo evidente su bronca. No hicieron huelga, sino presencia real: reclamaron que esas horas extras no se recortan ni se demonizan, porque son la única manera de mantener mínimamente la atención. Y denunciaron que mientras se los acusa de “ñoquis”, los jefes no controlan ni una planilla, no garantizan insumos ni estabilizan ingresos. Exigen un salario básico acorde a la realidad y personal efectivo, porque lo que sobra son apellidos en cargos sin control.
¿La gestión? Tres ministros después, el hospital sigue degradándose. En vez de reforzar el sistema, se elige el camino fácil: recorte, papeles, culpa a los trabajadores. El ajuste no baja estructura, baja dignidades.
Mientras las pantuflas sostienen el sistema y Vidal firma circulares, la gestión se queda en el discurso. Y así, el único lugar donde se atiende bien es el que sostiene el Estado—el personal—mientras la administración solo sostiene fotos, actas y discursos vacíos.