El desplome en la actividad perforadora sacude al mapa energético argentino. Entre enero de 2024 y agosto de 2025, el país perdió 67 equipos en funcionamiento. La cifra representa una caída del 29% en plena cuenta regresiva para poner en marcha el oleoducto Vaca Muerta Sur (VMOS).
Santa Cruz sufrió el mayor golpe: de 48 equipos bajó a 25, lo que implica una contracción del 48%. Neuquén, aunque sigue liderando en volumen, también retrocedió: pasó de 85 a 64 unidades. La advertencia llegó directo desde el corazón de la cuenca neuquina: “Si no empieza la perforación antes de fin de año, no podrá llenar el VMOS”, alertó Daniel Horacio González, referente de FECENE, en la AOG 2025.
Chubut tampoco quedó al margen. Perdió 12 unidades y su actividad retrocedió un 17%. Mendoza se achicó un 23%, mientras que en el resto del país la contracción alcanzó el 87%. La tendencia preocupa a toda la cadena hidrocarburífera.
Desde Nación, el secretario de Coordinación de Energía, Daniel González, buscó relativizar la situación. “Nadie debería asustarse que el nivel de actividad se ajuste en el país para tener una industria sana”, dijo, al comparar el fenómeno con lo ocurrido en la cuenca del Pérmico, en Estados Unidos.
Sin embargo, el escenario local tiene sus propios matices. El aumento de costos, la incertidumbre política y la falta de señales claras frenan decisiones clave. “Los inversores buscan seguridad jurídica y reglas de juego claras”, subrayó González (FECENE).
El riesgo es concreto. Si no se perforan nuevos pozos, el VMOS —proyecto vital para exportar más crudo desde Vaca Muerta— podría nacer a media máquina. El tiempo apremia y la industria ya encendió sus alertas.
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