Uno ingresa por primera vez al Hispano y su corazón se queda para siempre. Pablo Lolo, por razones familiares se fue a vivir a la provincia Mediterránea y después de catorce años, regresó a Río Gallegos y volvió a su casa, al Hispano, su club “Me fui a vivir a Córdoba porque mis padres decidieron volver a sus pagos y siendo el más chico de la familia y estando en la secundaria, no me quedaba otra que irme con ellos. Terminé mis últimos tres años de la escuela secundaria allá, cuando recién llegamos busqué cerca de mi nueva casa algún club para seguir jugando al básquet y encontré en el barrio el club Poeta Lugones, que me llevo los mejores recuerdos durante todos estos años y ni hablar de la cantidad de amistades”.
Creció, se formó, entre las sierras con amigos, la familia y el básquet, y siempre el recuerdo y la caricia del viento Patagónico, que acercaba la nostalgia Celestes “Recordar los vestuarios debajo de la tribuna, las noches que hacíamos campamento en el club, los partidos, las hamburgueseadas”. Momentos que sellaron su vida, sus primeros pasos, sus niñez, los profes, los valores que fue abrazando en el viejo parquet del Tito Wilson.
“El Hispano y los clubes en general son lugares de recreación y aprendizaje, más allá del deporte que realices. Te ayuda para formarte como persona y a adquirir muchos valores, capaz sin darte cuenta o ser consciente de esto, pero después de muchos años es lo que puedo destacar”, que volvió a pisar el renovado Tito Wilson, vestir nuevamente la camiseta Celeste del Hispano Americano, siendo parte del plantel de primera en la Liga Riogalleguense de Básquet.
“Ahora por trabajo estoy de vuelta en Río Gallegos y apenas llegué, lo primero que hice fue contactarme con gente de Hispano, para acercarme a entrenar. Son varias sensaciones, lo diferente que está en infraestructura, antes estaba la tribuna sola con escaleras, sin las barandas y el acrílico. La cancha no tenía parquet”. Muchos cambios en infraestructura pero el mismo sentimiento Celeste.
El reflejo de esa pasión inquebrantable se refleja en la anécdota de la campaña del Hispano cuando iba rumbo al inolvidable ascenso a la Liga Nacional “cuando el Celeste fue a jugar a Córdoba con Instituto y por el ascenso a la Liga con Barrio Parque, ahí estuve firme alentando al Hispano con todos los chicos de acá y que estaban estudiando allá”. Historias celestes, como la de Pablo Lolo, que estuvo muchos años lejos del club pero siempre cerca de Hispano, y hoy está feliz de volver a caminar por los pasillos y competir con estos colores de su club, de su casa.
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