A un año de contraer COVID, el 25% de los pacientes tiene deterioro en la función pulmonar.
El seguimiento de los pacientes luego de transitar el COVID-19 ha permitido a los científicos realizar análisis que tienden a evaluar con perspectiva las consecuencias que la pandemia ha dejado en las personas. Durante los primeros años de esta crisis sanitaria internacional se ha investigado mucho sobre las secuelas pulmonares, en particular en personas que transitaron la infección de forma moderada o grave.
Ahora, un documento que se ha publicado en Preprints de The Lancet, un lugar donde se revela contenido de interés antes de su publicación definitiva y no cuenta con validación de pares, revela que un 25% de los pacientes con COVID-19 muestran una función pulmonar deteriorada después de 12 meses del inicio de la enfermedad.
Un numeroso grupo de investigadores pertenecientes a la Universidad de Ámsterdam publicó los hallazgos de un estudio longitudinal que se concentró en evaluar el grado de deterioro de la función pulmonar después de que los integrantes de la muestra hubieran transitado una infección por SARS-CoV-2, dando cuenta de todo el espectro de gravedad del COVID-19.
Los especialistas realizaron búsquedas en PubMed y Google Scholar utilizando una combinación de términos y revisaron artículos publicados y preprints que estudiaron las trayectorias de la función pulmonar y sus determinantes a lo largo del tiempo. Encontramos una cantidad sustancial de trabajo que describe principalmente la función pulmonar de pacientes hospitalizados con COVID-19 en visitas de seguimiento. Solo en raras ocasiones, estos valores se comparan con los de pacientes que estuvieron aislados en casa durante su enfermedad.
Además, sigue sin estar claro en qué medida el impacto observado de COVID-19 en la función pulmonar se relaciona con la disminución de la calidad de vida o con otros síntomas posteriores a la infección a lo largo del tiempo. En virtud a estos puntos, los científicos iniciaron una investigación de campo. Para este trabajo midieron la función pulmonar mediante la capacidad de difusión de monóxido de carbono (DLCO) a uno, seis y doce meses después del inicio de la enfermedad.
Los especialistas indicaron en su estudio que el deterioro observado “se debió principalmente a una capacidad de difusión anormal y persistió hasta 12 meses después del inicio de la enfermedad”. Las anomalías se encontraron principalmente en pacientes en los grupos que experimentaron enfermedad moderada y grave, lo que coincidía con otros estudios que se encuentran en la bibliografía académica.
Fuente: Infobae
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