“Ya está”: el alivio de la mujer por la condena a su violador y el insólito pedido del taxista
Tito Franklin Escobar Ayllón (54) fue declarado culpable del delito de “abuso sexual agravado”. Le aplicaron una pena de 12 años y medio de prisión. “Todos somos de carne y cometemos pecados”, sostuvo el acusado en las últimas palabras, donde reclamó “una segunda oportunidad”. Manuela Ponz (29), víctima del taxista, presenció el veredicto y se abrazó con tres amigas.
Tomada de la mano de dos de sus amigas, Manuela Ponz (29) escuchó la sentencia a su violador, el taxista Tito Franklin Escobar Ayllón (54). Esperó casi una década que el hombre estuviera frente a los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 28, que lo condenaron a 12 años y medio de prisión por el delito de “abuso sexual agravado“.
“Ya está“, soltó. Las lágrimas en su rostro sintetizaron todo el sufrimiento que vivió durante este tiempo. También, los sentidos abrazos con sus compañeras y la alegría de su abogada, quien la acompañó durante todo el proceso.
En sus últimas palabras, Escobar Ayllón, de nacionalidad boliviana, pidió nuevamente perdón a la víctima y a su propia familia, como si fuese una confesión de parte.
“Todos somos de carne y cometemos pecados”, dijo y les solicitó a los jueces “una segunda oportunidad”, ya que consideró que en el penal donde se encuentra detenido está “trabajando y haciendo las cosas bien”.
“Quiero decir que en ningún momento quise hacer daño, no fue mi intención. Quiero aclarar que no soy una persona mala, no me considero así. Los ocho años que estuve fuera del país no fueron vacaciones. Quiero decir que hace nueve años que no veo a mis hijos, ni a mis hermanas… nueve años que fueron una prisión para mí. Estoy arrepentido, quiero pedir mil perdones, no fue fácil para mí”, expresó.
Luego de un cuarto intermedio, los jueces Carlos Chediek, Carlos Rengel Mirat y el juez subrogante Federico Salva condenaron a la pena de 12 años y medio de prisión a Escobar Ayllón, quien continuará detenido en el Complejo 1 del Servicio Penitenciario Federal de Ezeiza, donde se encuentra luego de permanecer prófugo durante ocho años y ser detenido en octubre de 2023 en Bolivia.
El hombre fue considerado autor responsable del delito de “abuso sexual agravado” en un hecho que ocurrió el 18 de abril de 2015 cuando Manuela había salido al bar Mamita, ubicado en Álvarez Thomas y Olleros, en Colegiales. Se subió a un taxi, le indicó la dirección de su casa al chofer y se quedó dormida.
Su violador se aprovechó de la situación: estacionó el auto, se pasó para atrás, le quitó la bombacha y la violó. Ella gritó, le rogó que parara, que la dejara ir. Tito Franklin Escobar Ayllón siguió hasta que quiso. Después de violarla, la abandonó en La Paternal.
Los alegatos de las partes
La primera en exponer los alegatos de clausura fue la abogada Adriana Biera, quien recordó el testimonio de Ponz durante la primera audiencia del debate oral. La letrada sostuvo que su clienta realizó un relato “claro y circunstanciado” de la situación y que recordó “la mayor cantidad de detalles en un momento de desesperación”.
“No existen dudas respecto de la autoría. Existió una relación de poder y de confianza que utilizó para perpetrar el delito. Con la confesión del delito, quiso mejorar su situación procesal, pero estar prófugo ocho años demostró que no tiene ningún tipo de arrepentimiento”, sostuvo.
Durante los casi 40 minutos que se extendió el alegato de la querella, Escobar Ayllón mantuvo una postura con la mirada hacia abajo, cruzando sus manos debajo del escritorio. El hombre no realizó ningún comentario al respecto a su defensor oficial durante lo que se extendieron las argumentaciones de los acusadores. Al escuchar el veredicto, miró hacia abajo, en silencio.
Antes de finalizar, Biera manifestó: “El dolor y sufrimiento que experimentó Manuela no tiene que ser parte de su historia. Hoy no solo no pedimos justicia, sino quienes violan no pueden seguir escapando. El dolor puede sanar solo si hay Justicia. Este juicio no es solo por Manuela, sino por las víctimas que quieren ser escuchadas. Les pido que devuelvan a Manuela su libertad”.
Biera solicitó que el hombre fuera condenado a la pena de 15 años de prisión al ser considerado autor del delito de “abuso sexual agravado”. Por su parte, el fiscal general Sandro Abraldes requirió 12 años y medio de cárcel.
El representante del Ministerio Público sostuvo en su alegato que el imputado contó con “un plan criminal, con un propósito único y exclusivo”, y para reforzar su impunidad “estuvo prófugo ocho años”.
“La ausencia de consentimiento representó un obstáculo al placer sexual; este obstáculo fue removido con violencia e intimidación. La víctima fue un simple objeto de placer sexual. Tuvo pesadillas y problemas de salud física. Tenia miedo a estar sola, incluso cuando fue mamá. Se aprovechó de la víctima por su corta edad, de dónde era, que estaba sola en estado de vulnerabilidad. La prueba es abrumadora en su contra, está cercado”, sintetizó.
La defensa oficial de Escobar Ayllón, Javier Ibarra, manifestó por su lado tres cuestiones para solicitar la nulidad del proceso.
Las más destacadas se basaron en la declaración de la pareja del imputado (madre de su hija), a quien le confesó el hecho horas después de consumado.También, el abogado cuestionó unas escuchas telefónicas que se efectuaron durante la etapa de instrucción, mientras el acusado estaba prófugo, y la rueda de reconocimiento a través de unas fotografías.
“Este juicio tomó otra dimensión, más humana, que es la del perdón. Franklin ha pedido perdón, que puede tomarse como una confesión especulada. Reconocerse como autor de un hecho es tratar como pueda de darle una mínima respuesta a la víctima. Franklin ha venido a colaborar”, argumentó el defensor.
Veredicto y el alivio
Luego de un cuarto intermedio de casi una hora, las partes ingresaron a la sala a al espera de la sentencia. Manuela decidió escucharla sentada en el sector del público, junto a tres amigas que habían llegado para acompañarla.
Las lágrimas de alivio se hicieron presentes en la cara de Manuela, quien esperó nueve años este momento. “Considero que esto es justo, ahora puedo seguir con mi vida. Estoy contenta y aliviada“, confesó la joven.
“Quiero decirle a cualquier mujer que pase por algo parecido que se anime a denunciar, que lamentablemente la justicia tarda pero llega”, sostuvo tras el veredicto.
El caso
Manuela Ponz tenía 20 años. El 18 de abril de 2015, había salido con sus amigos al bar Mamita, ubicado en Álvarez Thomas y Olleros, en Colegiales. Por la madrugada se subió a un taxi, le indicó la dirección de su casa al chofer y se quedó dormida.
Treinta minutos duró la violación. Su atacante se aprovechó de la situación: estacionó el auto, se pasó para atrás, le quitó la bombacha y la violó. Ella gritó, le rogó que parara, que la dejara ir. Tito Franklin Escobar Ayllón siguió hasta que quiso. Después la abandonó en La Paternal.
Manuela era de Capitán Sarmiento y hacía poco vivía en la Ciudad de Buenos Aires. No le sorprendió que el taxista la viera esperando el colectivo y se ofreciera a llevarla a su casa. “Mirá que esta zona es picante, subí, que podés ser mi hija”, le dijo para engañarla.
La joven llamó a su mamá y juntas fueron a denunciarlo. Escobar Ayllón escapó cuando se dio a conocer la denuncia y estuvo prófugo ocho años, hasta que fue detenido en Bolivia.
Escobar Ayllon fue detenido el 26 de julio del año pasado en la ciudad boliviana de El Alto, tras permanecer primero en la lista de prófugos más buscados por la Unidad Fiscal Especializada en Investigación Criminal Compleja (UFECRI).
Durante este tiempo, la joven viajó con sus amigos a Bolivia para buscarlo, llegó a dormir con un cuchillo debajo de la almohada y esperó verlo ante un tribunal.
En la actualidad Manuela tiene 29 años, se recibió de abogada en la Universidad de Buenos Aires y escribió el libro “La mala víctima”. Se mudó a Caleta Olivia, en Santa Cruz y tuvo dos hijos.
FUENTE: CLARIN