La policía de Santa Cruz atraviesa un momento de profundo descontento. Los recientes aumentos salariales anunciados por el gobierno provincial, que apenas cubren una mínima parte de las necesidades básicas, han generado indignación en los efectivos, que ven cómo su poder adquisitivo se desvanece en un contexto de inflación y costos de vida cada vez más altos. Según fuentes internas, el ajuste para un agente será de aproximadamente 20 mil pesos, mientras que un oficial mayor recibiría un incremento de hasta 55 mil pesos. En contraste, llenar el tanque de un vehículo ronda entre 40 mil y 60 mil pesos, lo que deja en evidencia la insuficiencia de estos aumentos para cubrir las necesidades básicas de los policías.
Una situación insostenible
“Es imposible cubrir los costos. Un aumento así no se siente en el bolsillo”, afirma un efectivo, quien denuncia que el salario actual no alcanza ni para la movilidad básica. En muchos casos, los uniformados deben cubrir de su propio bolsillo parte del equipamiento necesario para su trabajo diario
, una carga económica que empeora su situación y pone en evidencia la falta de compromiso del Gobierno con quienes están en la primera línea de la seguridad pública.
A esta situación se le suma un agravante alarmante: al menos tres jerarquías de suboficiales y dos de oficiales se encuentran por debajo de la línea de indigencia. “Con estos aumentos, los futuros jefes de la Policía apenas pueden subsistir”, comenta una fuente cercana a la fuerza. La indignación crece, y entre los pasillos de las comisarías se habla de “entrega” por parte de los altos mandos, quienes habrían firmado acuerdos por debajo de la línea de pobreza y aprobado restricciones en los adicionales. La falta de representación sindical y canales formales para expresar este malestar agrava aún más la situación de los uniformados.
Reclamos sin respuesta y promesas incumplidas
Los efectivos denuncian también que el gobierno prometió tocar el ítem de antigüedad en esta negociación, algo que finalmente no sucedió. “Otra vez, nos dejaron con la promesa. Ya no confiamos en las palabras vacías”, menciona un policía, visiblemente molesto. Mientras tanto, los jefes de la institución, quienes sí cuentan con viáticos y mejores condiciones, son los únicos que asisten a procedimientos, relegando a los subalternos a un segundo plano y generando una creciente crisis de representación y liderazgo dentro de la fuerza.
“El clima de malestar es muy fuerte. Pero no hay nadie que nos represente para canalizar esto, estamos desamparados”, expresa un oficial de rango intermedio, quien asegura que la falta de una figura de liderazgo que defienda los intereses del personal de menor jerarquía ha dejado a la fuerza en un estado de profundo descontento y abandono.
La situación en la Policía de Santa Cruz pone de relieve un conflicto que va más allá de lo económico. La desconexión entre el gobierno y las necesidades de los efectivos policiales, sumada a la falta de representación y las promesas incumplidas, plantea serias dudas sobre la sostenibilidad de un sistema que parece no reconocer el sacrificio y la labor de sus trabajadores. Mientras tanto, los policías siguen exigiendo una revisión urgente de sus salarios y un ajuste real que responda a los costos actuales de vida, para poder llevar adelante su trabajo en condiciones dignas y con la tranquilidad que merecen.
¿Querrá el gobierno provincial escuchar el reclamo de quienes arriesgan su vida a diario, o seguirá optando por ignorar la crisis que atraviesa a su fuerza de seguridad?