
Heredó el cargo, no el carisma
En Santa Cruz la renovación política tiene apellido… y viene con control remoto. Claudio Vidal designó a Hugo Garay (hijo) como Coordinador General de Entes Provinciales, un cargo con nombre rimbombante y funciones igual de ambiguas. Pero lo que más llamó la atención no fue el currículum del flamante funcionario —escaso, por no decir inexistente— sino su árbol genealógico.
Porque Hugo Garay no llega solo: llega en representación de su padre, el verdadero Hugo Garay, histórico intendente de 28 de Noviembre, dirigente de la vieja guardia kirchnerista y operador de los que no salen en la foto, pero mueven los hilos desde atrás del telón. El nuevo Coordinador, en cambio, es más bien el actor secundario que repite el libreto que le dictan por WhatsApp.
La escena se completa con la ya clásica contradicción del gobierno de Vidal: en campaña prometió “barrer con la política del pasado”, y en la práctica sigue desempolvando figuritas repetidas. Ahora no solo suma a exfuncionarios kirchneristas al gabinete, sino también a sus hijos, herederos y aprendices.
Lo irónico es que Garay (padre) y Fernando Españón, actual diputado provincial y presidente del bloque, fueron enemigos irreconciliables durante años en la Cuenca Carbonífera. Españón construyó su capital político enfrentando a ese modelo. Y ahora, su rival de siempre —aunque en versión junior— aparece en un cargo clave, con el aval del gobernador. ¿Reconciliación? ¿Provocación? ¿Chiste de mal gusto?
El relato oficial habla de eficiencia, de “estado presente” y de articulación con los municipios. Pero lo que se ve desde afuera es otra cosa: una oficina más para repartir poder, un cargo más para alguien que responde a otro, y un paso más en la metamorfosis del “cambio” en continuidad.
A esta altura, más que una gestión, Vidal parece dirigir un elenco estable de una saga interminable. La política como serie: cambian los actores, pero el guión sigue siendo el mismo.