Un error muy común consiste en cortar las hojas amarillentas, sin determinar antes cuál es la causa.
Las plantas de interior son protagonistas en miles de hogares. No solo cumplen una función estética en la decoración, sino que también ayudan a oxigenar el ambiente. Sin embargo, muchas personas desconocen algunas de las reglas básicas de su cuidado, lo que puede perjudicar su desarrollo y debilitarlas gravemente.
En ese sentido, uno de los errores más comunes consiste en quitar inmediatamente todas las hojas amarillas o marchitas. Aunque pueda pensarse que al removerlas se soluciona el problema, sucede todo lo contrario. Es que esta práctica, sin un correcto diagnóstico, puede interferir en procesos fundamentales de la planta, lo que afecta negativamente su vitalidad.
La aparición de hojas amarillas en una planta de interior es una señal de que algo está ocurriendo, ya sea en la planta o en el ambiente. De acuerdo al canal especializado de YouTube Indojardinería, existen dos causas principales: la senescencia vegetal (proceso de envejecimiento) y el daño por enfermedades o condiciones adversas.
En el caso de la senescencia, la planta decide prescindir de algunas hojas para redistribuir mejor sus recursos. De esta manera, empiezan a perder poco a poco su color, de manera homogénea y sin manchas ni bordes oscuros.
Esto suele ocurrir durante el proceso de envejecimiento, pero también puede ser una estrategia de supervivencia ante condiciones adversas, como falta de agua o temperaturas extremas.
Sin embargo, lo que muchas personas no saben es que durante este proceso, la planta realiza un proceso de reciclaje, es decir que reabsorbe nutrientes de las hojas que empiezan a deteriorarse para luego distribuirlos a otras zonas en crecimiento. Por eso, si se cortan de manera prematura estas hojas, se podría interrumpir esa transferencia.
Por otro lado, cuando el amarillamiento de las hojas presenta con manchas irregulares, bordes oscuros o patrones que no son progresivos, podría tratarse de una infección por hongos o bacterias.
En estos casos, no cortar las hojas enfermas implica un doble impacto negativo. Por un lado, la planta continúa gastando energía en partes que ya están condenadas a morir. Por otro, aumenta el riesgo de propagación de la infección del follaje.
Es por eso que resulta fundamental poder identificar a qué causas responden las hojas amarillas de la planta, para así poder tomar la mejor decisión respecto de si hay que cortarlas o no.
Quitar hojas amarillentas de las plantas de manera indiscriminada es un problema cuando no se identifica antes el origen del daño. Es que, en muchos casos, las plantas pueden recuperarse si se interviene de manera correcta, sin la necesidad de podar.
Por ejemplo, si el problema es la exposición prolongada al sol, bastaría con ubicar la maceta en una zona con sombra, donde la luz solar no impacte de manera directa. En cambio, si se trata de una falta de nutrientes, es posible mejorar el sustrato o aplicar algún fertilizante adecuado.
Incluso cuando se decide cortar, debe hacerse de manera correcta. Es que usar herramientas mal desinfectadas podría introducir bacterias o facilitar el ingreso de hongos. Por eso, se recomienda que las tijeras sean de jardinería, que estén limpias y que se realice un corte de 45 grados, un poco por encima del área que está afectada.
Fuente TN
Desarrollan compuestos derivados de plantas que podrían incrementar la eficacia de las quimioterapias
Una planta común mezclada con aceite de oliva se convierte en remedio esencial para desinflamar