¿Y AHORA QUIÉN PODRÁ DEFENDERNOS? VECINOS DE RÍO GALLEGOS ARMAN GARITAS ANTE LA FALTA DE RECURSOS POLICIALES
Río Gallegos arma sus propias garitas mientras el Gobierno mira para otro lado
En Río Gallegos, la inseguridad crece tan rápido que hasta el Gobierno parece sorprendido… aunque no lo suficiente como para hacer algo al respecto. A esta altura, la ciudad funciona como un experimento sociológico donde los vecinos prueban cuánto aguanta una comunidad sin política de seguridad, mientras el Gobierno observa desde la platea, con la misma actitud que uno tiene cuando mira un incendio pero no encuentra el balde.
Lo más gracioso —si es que todavía nos queda humor— es que el discurso oficial repite que “la seguridad es prioridad”, pero los hechos muestran otra cosa: una Policía sin móviles, sin combustible, sin chalecos, sin sueldos dignos y, básicamente, sin chances. Al final, el Gobierno es como ese amigo que promete ayudar en la mudanza y aparece cuando ya guardaste la última caja.
En este paisaje cotidiano, ya no sorprende leer todos los días lo mismo: “me robaron la bici”, “entraron a mi casa”, “me llevaron hasta el felpudo”. Lo que sí sorprende es la capacidad del Gobierno para no inmutarse, como si la inseguridad fuera un documental interesante y no un problema urgente. La Policía hace lo que puede, porque la culpa no es de ellos: ganan sueldos de miseria y los mandan a trabajar sin herramientas, como si la seguridad pública fuera un acto de magia y no una tarea que requiere recursos.
Mientras tanto, los vecinos empezaron a organizarse para poner garitas caseras, como si viviéramos en una película donde el Estado es un rumor y la seguridad un deporte amateur. Todo gracias a un Gobierno provincial que tiene un Máster en mirar para otro lado, aunque la ciudad se esté convirtiendo en el “Mi pobre angelito” versión patagónica, pero sin Macaulay Culkin y sin presupuesto para trampas.
Con la Navidad cerca y las vacaciones en puerta, los únicos que parecen verdaderamente preparados para esta temporada son los ladrones, que aprovechan el clima festivo para trabajar a destajo. Y mientras ellos hacen horas extras, la Policía hace malabares para cumplir su tarea sin móviles, sin equipos, sin combustible y con sueldos que dan vergüenza. La institución está tan abandonada como los barrios donde los robos ya son parte del paisaje.
Por eso los vecinos se preguntan lo que nadie del Gobierno quiere responder:
¿cómo se supone que la Policía cuide a la gente si el propio Gobierno no cuida a la Policía?
No hay recursos, no hay planificación, no hay inversión.
Lo único que hay es un Gobierno que dice que está “trabajando en el tema” mientras los robos se multiplican y los ciudadanos empiezan a hacer lo que jamás deberían: defenderse solos.
En este combo tragicómico, la frase del Chapulín Colorado suena casi profética:
“¿Y ahora quién podrá defendernos?”
Y la respuesta no es un héroe, ni un operativo de seguridad, ni un ministro iluminado…
La respuesta es peor:
nos vamos a defender entre nosotros, porque al Gobierno ya no se le puede pedir ni una linterna de repuesto.
Así estamos:
los ladrones felices,
los vecinos en alerta,
la Policía con las manos atadas,
y el Gobierno contando discursos como si fueran recursos.
Feliz Navidad, Río Gallegos.
Ojalá Papá Noel traiga patrulleros… porque del Gobierno, seguro que no.