AHORA VIDAL SE ADJUDICA UNA OBRA QUE NO FUE PROVINCIAL
Desde los primeros meses del año, WOU Radio lo contó en exclusiva: el aeropuerto iba a cerrar. No como rumor, no como operación, no como chicana política. Como información. Mientras desde el Gobierno Provincial salían a desmentirlo con tono sobrador, en los micrófonos de WOU se advertía lo que después terminó pasando. La diferencia fue simple: unos informaban, otros negaban.
La respuesta oficial fue la habitual. Que nadie había dicho nada, que no existía comunicación formal, que no había motivos para alarmarse y que, en todo caso, el tema se corría para más adelante. El libreto de siempre: negar primero, explicar después y reescribir la historia al final. Solo que esta vez el final llegó rápido.
Cuando la ANAC oficializó el cierre, el relato se cayó solo. No hubo sorpresa, hubo confirmación. Confirmación de que el Gobierno no estaba al tanto, o peor aún, de que prefería mirar para otro lado. Y ahí empezó el operativo “hacerse el distraído”, una especialidad local.
Más adelante, y ya con la campaña en marcha, apareció el acting de autoridad. Multas, comunicados y gestos grandilocuentes en nombre del famoso 90/10. Una escena montada para la tribuna, tan forzada que terminó rozando el absurdo. Hoy, escuchando al propio gobernador, queda flotando una idea insólita: el Gobierno sancionándose a sí mismo, como si eso alcanzara para tapar meses de silencio y desinformación.
Y cuando parecía que no quedaban cartas por jugar, llegó el manotazo final: adjudicarse la obra del aeropuerto como si hubiera sido provincial. “Objetivo cumplido”, dijeron. No. La obra no fue provincial, no la ejecutó la Provincia ni respondió a una decisión política local. La realizó Aeropuertos Argentina, porque así lo establece el contrato de concesión vigente desde 1999. No es gestión, no es logro y no es épica. Es contrato.
El intento de apropiarse de lo ajeno no sorprende. Cuando la gestión no ofrece demasiados logros propios y el golpe electoral todavía retumba, cualquier resultado ajeno puede servir para colgarse la medalla. El problema es que esta vez el archivo está activo, las redes no perdonan y Google no borra declaraciones incómodas.
WOU Radio lo dijo cuando nadie quería escucharlo.
El Gobierno lo negó cuando todavía podía evitar el papelón.
Y hoy, cuando ya no queda margen, intentan reescribir una historia que está grabada.
En tiempos de memoria digital, mentir no solo es inútil: es contraproducente.

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