BOFFI RENUNCIÓ, EL OFICIALISMO SE DESORDENA EN LA CAMARA
BLOQUE PARTIDO: BOFFI DURA POCO, LA AGENDA 2027 AVANZA Y EL OFICIALISMO SE DESORDENA
Duró poco. Muy poco. El diputado radical de Encuentro Ciudadano, Piero Boffi, presentó su renuncia a la presidencia del bloque oficialista Por Santa Cruz en la Honorable Cámara de Diputados. Lo hizo mediante una nota formal dirigida a la Presidencia del cuerpo, pero el gesto institucional no alcanza para tapar el trasfondo político: el bloque está partido y la agenda 2027 ya empezó a hacer estragos.
Boffi había asumido la conducción de la bancada mayoritaria como parte de un armado que prometía orden, conducción y disciplina legislativa. Nada de eso ocurrió. A pocos meses de haber llegado al cargo, la silla quedó vacía, dejando expuesto que la unidad del oficialismo era más declamada que real.
La renuncia no cayó en el vacío. Se da en un contexto de tensiones internas crecientes, pases de factura, desconfianza cruzada y una Legislatura cada vez más atravesada por las ambiciones futuras. El calendario marca 2025, pero en los pasillos ya se camina en clave 2027, y cuando eso pasa, los bloques dejan de responder a una conducción y empiezan a responder a proyectos personales.
Que un presidente de bloque dure apenas unos meses no es un dato menor. Es una señal. Y la señal es clara: no hay conducción política firme, ni un liderazgo capaz de ordenar a una bancada que, sesión tras sesión, muestra fisuras, votos imprevisibles y silencios incómodos.
Mientras tanto, la presidencia del bloque Por Santa Cruz quedó vacante y el oficialismo deberá definir un reemplazo. El problema no es el nombre que venga, sino si alguien quiere realmente agarrar un fierro caliente en un espacio donde las lealtades son cada vez más frágiles y el poder se reparte en cuotas.
Por ahora, el bloque seguirá funcionando con su esquema interno, una forma elegante de decir que nadie manda del todo y todos juegan su propio partido. Un funcionamiento que, lejos de ordenar, profundiza la sensación de un oficialismo sin brújula legislativa.
La salida de Boffi confirma lo que muchos ya comentan en voz baja: el bloque oficialista dejó de ser un espacio cohesionado y pasó a ser un mosaico de intereses, donde cada diputado mide costos, beneficios y posicionamiento futuro.
La Legislatura, una vez más, se convierte en el primer escenario donde el poder empieza a deshilacharse. Y cuando eso ocurre, las renuncias no son un final: son apenas el prólogo.