Aunque el riesgo cero no existe, en una tienda no se cumplen los tres factores clave para la transmisión. Entonces, podemos decir que el supermercado es un importante foco de contagio del coronavirus?
Estas semanas han saltado las alarmas en algunos sectores de la población al conocerse dos estudios diferentes que apuntan a los supermercados como importantes focos de contagio para el coronavirus. ¿Tampoco se puede ir tranquilo a hacer la compra? Pues bien, el riesgo cero no existe, pero de ahí a evitar ir al supermercado, hay un trecho.
“No tenemos grandes evidencias de brotes en supermercados”, tranquiliza Pedro Gullón, médico especialista en medicina preventiva y salud pública, que enseguida matiza que, al tratarse de “típicos sitios de tránsito de personas, es difícil detectar brotes allí”.
De ahí viene en parte la polémica surgida en torno a uno de los estudios citados al principio del artículo. Se trata de un análisis publicado en Reino Unido, que reveló que los supermercados eran los lugares más comunes a los que habían acudido las personas contagiadas antes de conocer su diagnóstico. En concreto, un 18,3% de las 128.808 personas analizadas por la app Test and Trace entre el 9 y el 15 de noviembre habían ido al supermercado antes de dar positivo en coronavirus.
No obstante, no puede desprenderse de estos datos que esas personas se contagiaran allí, o que transmitieran el virus a otras personas cuando acudieron a hacer la compra.
Contacto, tiempo y medidas de seguridad
“Cuando se sacan los datos de dónde ha estado la gente en los últimos días, es fácil responder ‘en un supermercado’”, señala Pedro Gullón. “El problema es que no tenemos un grupo de control o comparación. Es decir, si la gente que se ha contagiado hubiera ido al supermercado en mucha más proporción que el resto de población, ya hablaríamos de un estudio epidemiológico de estudios, casos y control; pero en este caso no tenemos un grupo de control; sólo se le ha preguntado al grupo de población que se ha contagiado”, explica el epidemiólogo.
Tanto en Reino Unido como en España el uso de mascarilla en sitios cerrados es obligatorio, lo cual reduce las posibilidades de contagio, pero lo importante no es sólo eso. “La posibilidad de contagio depende de varias dimensiones: que haya gente, que haya contacto, el tiempo al que estás expuesto y las medidas que hay en ese entorno. Y la combinación de estos factores tiene la clave”, apunta Gullón.
Por eso en un supermercado hay menos riesgo de contagio que en un bar, por poner un ejemplo. “Aunque en un supermercado se puedan juntar muchas personas, solemos pasar poco tiempo allí, no estamos con las mismas personas todo el rato y, en principio, llevamos puesta la mascarilla sin necesidad de quitárnosla para comer o beber como hacemos en un bar”, señala. “Cuando se junta gente en un supermercado y no hay un buen sistema de ventilación, obviamente puede aumentar el riesgo de contagio, pero no es un foco enorme de contagios porque entran en juego los factores del contacto, el tiempo y las medidas de seguridad”, recalca.
“No hay ningún sitio con riesgo cero, pero en el supermercado no hay riesgo máximo ni es un gran foco porque se combinan los principales factores de contagio”, insiste Gullón.
En España, el ámbito más frecuente de exposición a los contagios se da en el entorno del domicilio, siendo este el origen del 32% de los casos registrados, según el último informe del Instituto de Salud Carlos III. En el 43% de los casos, no obstante, el origen del contagio es desconocido.
Las barreras físicas, como plexiglás, y el uso de mascarillas reducirían enormemente el riesgo de contraer el coronavirus.
El otro estudio polémico es uno de la Universidad de Harvard publicado hace unas semanas pero realizado en mayo que reveló que el 20% de los trabajadores de 104 supermercados de Massachusetts había dado positivo en coronavirus.
Los investigadores hablaban de una tasa “alarmante” de contagios, pero aquí es muy importante tener en cuenta la fecha del estudio. En mayo, cuando se tomaron las muestras, el uso de mascarillas en Massachusetts no era obligatorio, aunque los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) ya recomendaban su uso en interiores.
Por tanto, ahí podría estar la clave, como sugieren los autores del estudio. “Las barreras físicas (como plexiglás) y el uso de mascarillas reducirían enormemente el riesgo de contraer el coronavirus”, señala Justin Yang, investigador de Harvard y uno de los autores del estudio.
“Creo que en los lugares donde es obligatoria la mascarilla, no veríamos estos datos”, reconoció Yang. Y, sin embargo, en países como Suecia y Estados Unidos sigue sin serlo. En el primer caso, porque las autoridades no lo ven necesario. En el segundo, además, porque la legislación depende de cada estado, y los republicanos han preferido, en general, no interferir demasiado con el virus.
Fuente: Huffpost News