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Luciano
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Incertidumbre

 

Santa Cruz y la segunda ola: una palabra que sigue siendo la indicada para describir lo que se avecina 

 

Hace un año, el presidente de la Nación anunció el Aislamiento, Social, Preventivo y Obligatorio.

Si había que elegir en ese momento una palabra que describa al mundo, la palabra era incertidumbre. 

El objetivo de un aislamiento total era ganar tiempo “para prevenir el avance del virus”, o si existían contagios, sean lo suficientemente lento para preparar el sistema de salud en el país, sostuvo el mandatario nacional aquel jueves en la tarde-noche.   

Es un crimen sintetizar todo lo pasó durante un año sólo con datos y estadísticas, pero no alcanzarían los archivos de Word para detallar todas las implicancias económicas y sociales. 

 

Quizás lo más pragmático sería advertir que hubo a la fecha, 54.476 personas que murieron por Covid, 2.234.913  contagiados, 90 mil empresas cerradas, aumento de la pobreza,  mucho dolor. Pero también la creación de vacunas a un ritmo inédito para la humanidad  y la mutación del virus en cuatro  cepas altamente contagiosas: la variante de Manaos, Reino Unido y Río de Janeiro, ya ingresaron a nuestro país, la de Sudáfrica aún no.

 

Los tiempos del virus parecen irónicos. El jueves, a un año del ASPO, el Presidente utilizó la cadena nacional para advertir sobre la posible llegada de la segunda ola, la  falta de vacunas, y medidas a tomar consensuadas con todos los gobernadores.

La cadena nacional fue sorpresiva. Entre líneas, el Presidente expuso que el futuro seguía siendo incierto. 

 

Ese mismo día, el gobierno provincial por medio de su departamento de Prensa, comunicó una noticia realmente importante: los casos comenzaron a duplicarse en Santa Cruz.

Los que debió ser una estrategia de comunicación exhaustiva  con una segunda ola que llegarán más temprano que nunca, acompañado de informes, mayor prevención, se expresó con un escueto mensaje de tres párrafos, a cargo de la subsecretaria de  Acceso y Equidad en Salud, Laura Beveraggi.

“Con la epidemiología mundial y los nuevos datos acercados desde el Ministerio de Salud y Ambiente a la provincia, podemos decir que existe el aumento de casos”, explicó la funcionaria y agregó: 

“Comenzaron a duplicarse nuevamente los casos positivos, es decir, que a pesar de la vacunación tenemos que continuar con las medidas de seguridad, tales como el distanciamiento social, el uso del tapabocas, la ventilación de los ambientes y mantener la distancia de un metro y medio o dos entre los ciudadanos”.

 

Al día siguiente, el viernes, hubo una mínima reacción.  El secretario de Estado de Políticas Sanitarias, Ignacio Suárez Moré, hizo un “balance” del primer año de pandemia. El único dato revelador que expuso fue  que en Santa Cruz “hoy tenemos más de 10 laboratorios en Santa Cruz, donde se realizan test de PCR que se procesan en la provincia”, cuando hace un año atrás los análisis dependían  del Instituto Malbrán.

Luego recomendó no viajar a otro país (ya lo había advertido el Presidente) y expuso lo que debería haber sido el centro del mensaje: “La situación no ha cambiado” y que el proceso de vacunación “es algo que viene a ayudar a atenuar el impacto negativo que tiene la pandemia pero no es la cura definitiva”.

 

 

 

Oficialmente el brote de Covid-19 comenzó en Santa Cruz el 14 de julio.  Fue en pleno invierno  cuando según el ministerio de Salud comenzaron los contagios en Río Gallegos, epicentro de la pandemia en la provincia y que hasta la fecha no pudo salir de la circulación comunitaria. 

 

Pero en realidad el contagio comenzó mucho antes y no por “culpa” de un camionero (que erróneamente fue señalado con el dedo por un medio de comunicación).

La provincia tuvo una característica diferente al resto de los distritos: el brote comenzó en la capital y se dispersó  hacia el interior, en donde el virus llegó “tarde”, como por ejemplo en Las Heras, Rio Turbio o 28 de Noviembre.

El tiempo que se debía ganar en más camas y profesionales, no fue aprovechado. 

En septiembre el gobierno anunció la llegada de profesionales de la Salud de distintos puntos del país  y hasta de Cuba.

Existía un problema: esos mismos médicos eran necesarios en sus tierras. Sus estadías no superaban las dos semanas. 

 

En Octubre, con mayores restricciones, hubo  pico de casos  en la capital santacruceña, y por ende con incidencia en la tasa provincial. Pero  lejos estuvo esta estadística de  enero,  con más de 8 mil casos, en el cual Santa Cruz tuvo la mayor cantidad de contagios, producto de las  reuniones  familiares y sociales de fin de año, más actividades liberadas y el cansancio del aislamiento (y  en consonancia con las medidas nacionales por una actividad necesaria: el turismo). Contradictoriamente se dio el escenario de más casos, menos restricciones.

 

La situación no cambió y los ejemplos que pueden ser tomadas como alarmas:

-La Terapia Intensiva del Hospital Regional, termómetro de la pandemia, nunca estuvo liberada del todo. El índice de positividad, que es la relación entre el total de hisopados y los positivos, no bajó del 15%.

-Los testeos no aumentaron y por el contrario son menos los hisopados que se realizan ahora  que hasta dos meses atrás. (Todos los especialistas advierten que hay que testear rastrear y aislar)

-Los hospitales del interior provincial mantienen casi la misma cantidad de médicos y enfermeros que el año pasado.

-En todo el país se instalaron 50 hospitales modulares. Ninguno llegó a Santa Cruz, porque fueron enviados a los distritos con mayor población.

 

A inicios de febrero, la Junta Vecinal del Barrio Los Lolos pidió por nota dirigida al ministro de Salud, un hospital de estas características.

 

Los referentes barriales no son médicos, pero el reclamo era lógico: el nosocomio -que es zona roja- está colapsado, y con un hospital modular se descomprimiría la atención para beneficiar a más de una docena de barrios periféricos. La nota, hasta donde se sabe, nunca fue contestada. 

 

-Sin la llegada de la segunda ola, días atrás un médico terapista de Río Turbio alertó por nota al director del nosocomio,  la falta de insumos y recurso humano

A esto se le añade un factor importantísimo: el cansancio del personal de salud luego de un año de convivencia  con el virus, con un reclamo de autonconvocados por la mala liquidación de horas extras y guardias,  en el nosocomio de mayor complejidad de la provincia.   

A esos mismos trabajadores, se les deberá pedir un esfuerzo cuando la segunda ola llegue a Santa Cruz. 

 

-La comunicación es esencial: lo antes posible debería existir una fuerte campaña de prevención (que nunca debería haberse interrumpido) sobre la continuidad del uso del barbijo, el distanciamiento social y lavado de manos.

 

Santa Cruz no está preparada para la segunda ola. Si hoy hay  que elegir una  palabra para describirlo, esta sigue siendo incertidumbre.