El INTA publicó una descripción general de la erosión del suelo en lo que respecta a los servicios de los ecosistemas y las tasas de erosión del suelo a partir de la dendrocronología (conteo de anillos de crecimiento) de las raíces expuestas de cuatro especies de arbustos y subarbustos (molle, mata laguna, chuquiragua dorada o uña de gato y mata negra). Las mediciones se realizaron en nueve sitios de los pastizales de la Patagonia austral en las categorías de desertificación severa y muy severa.
La erosión del suelo es la forma más extendida de degradación de los pastizales y el principal impulsor de la desertificación en las zonas áridas.
La publicación forma parte de un capítulo de un libro internacional sobre Conservación del Medio Ambiente (The Encyclopedia of Conservation – Reference Module in Earth Systems and Environmental Sciences) publicado por la editorial Elsevier. El libro es el primero que brinda en una sola fuente toda la información sobre las especies y ecosistemas en peligro. Incluye recomendaciones para la sostenibilidad y la conservación (a nivel global y regional) e integra la biología, la geografía y el uso del suelo.
Los investigadores determinaron que la tasa de erosión del suelo fue significativamente diferente entre sitios variando de 1,6 a 4,1 mm/año, lo cual significa (considerando la textura y la densidad aparente del suelo) que la pérdida de suelo osciló entre 12,7 y 32,0 toneladas por hectárea y por año. Por otra parte, la pérdida de carbono del suelo varió de 85,3 a 250,1 kg C/ha/año. El principal nutriente del suelo perdido por erosión fue el nitrógeno (valor medio de los sitios de 17,9 kg N/ha/año) seguido del potasio (media de 9,2 kg K/ha/año) y fósforo (media de 0,6 kg P/ha/año).
El trabajo resalta la importancia de mantener la condición de los suelos, sus propiedades (físicas, químicas y biológicas) y sus funciones para mantener la capacidad productiva de los pastizales y proporcionar servicios ecosistémicos para el bienestar humano. Al respecto, el Dr. Pablo Peri (INTA-UNPA-CONICET), responsable del grupo Forestal Agrícola y Manejo del Agua de la Estación Experimental Agropecuaria Santa Cruz explicó que “la protección del suelo es fundamental para mantener la capacidad de los pastizales para suministrar servicios ecosistémicos de provisión (por ejemplo, carne de cordero y ganado, lana de oveja), de soporte (ciclo de nutrientes, biodiversidad, hábitat para especies) y de regulación (fijación de carbono, regulación del flujo de agua)”.
Peri explicó que “se realizaron mediciones en la meseta centrar de Santa Cruz, a partir del análisis de los arbustos que tenían las raíces descubiertas por la erosión”. “Se midió en cuatro especies de arbustos la altura de pérdida del suelo que afectó a las plantas, se determinó la edad de los arbustos y se analizaron los suelos aledaños no erosionados, lo que nos permitió determinar por primera vez la tasa de erosión del suelo”, explicó.
El investigador señaló que “se pudieron poner en número las consecuencias de la erosión” lo que a futuro permitirá “conocer como son procesos erosivos y tomar medidas para preservar los suelos, ya que tardan miles de años en formarse y recuperarlos es muy difícil”. Peri subrayó que esta información “cuantifica el poder de la erosión y es clave para la toma de decisiones que garanticen la sustentabilidad de los sistemas productivos”.
La erosión del suelo es la forma más extendida de degradación de los pastizales y el principal impulsor de la desertificación en las zonas áridas. Afecta negativamente la producción agropecuaria y tiene consecuencias negativas sobre el medioambiente. La erosión del suelo puede ser el resultado de varios factores, incluidas las variaciones climáticas (por ejemplo, sequías severas) y las actividades humanas (por ejemplo, el pastoreo excesivo) que reducen la productividad, la biodiversidad y los servicios ecosistémicos de los pastizales. En la Patagonia existen más de 73,5 millones de hectáreas con diferentes grados de desertificación, donde la producción anual del pastizal en varias áreas no supera los 40 kg MS/ha. Si bien la formación de la capa superficial del suelo lleva miles de años en desarrollarse, la erosión puede eliminar toda la materia orgánica y los nutrientes en pocos años, reduciendo drásticamente la productividad.
El trabajo se desarrolló en forma conjunta entre el INTA (Pablo Peri, Romina Lasagno) el IANIGLA-CONICET (Fidel Roig), la UNPA (Pablo Peri) y el CADIC-CONICET (Guillermo Martínez Pastur).
Fuente: INTA
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