El documentalista que buceó en los bosques profundos de Isla Pingüino.
Uriel Sokolowicz es un cineasta y documentalista que también participa como buzo en expediciones científicas. Recién llegado del Parque Interjurisdiccional Isla Pingüino, cuenta cómo fue recorrer los bosques marinos de macroalgas y, además, ofrece una mirada sobre la necesidad de proteger la naturaleza y la cultura marina.
Hace pocos días, Uriel participó de una expedición en el Parque Interjurisdiccional Isla Pingüino, ubicado en la localidad santacruceña de Puerto Deseado. Realizada por la Fundación Por el Mar en colaboración con Fundación Conociendo Nuestra Casa, y los prestadores de servicios Puerto Penacho y Los Vikingos, el objetivo principal de la campaña fue relevar los bosques de macroalgas presentes en esa zona de Santa Cruz.
Uriel viene trabajando hace más de 18 años en el registro del patrimonio cultural y natural marítimo argentino. Tras realizar el documental “Swift. Dos Siglos Bajo el Mar”, participó en la reconfiguración del Museo Brozoski, el único museo en Argentina especializado en Arqueología y conservación subacuática, el cual se encuentra ubicado en Puerto Deseado. Si bien el foco principal de su trabajo es sobre naufragios arqueológicos, también ha trabajado sobre el registro, exploración e investigación de flora y fauna patagónica y antártica.
A lo largo de la costa patagónica, desde Tierra del Fuego, pasando por Santa Cruz y abarcando una pequeña porción al sur de Chubut, se encuentra un ecosistema poco conocido pero de un altísimo valor. Las algas gigantes que conforman los bosques sumergidos son especies fundacionales, esto significa que determinan la biodiversidad local y regional, controlan la dinámica de los ecosistemas y articulan procesos que son críticos no solo para el océano sino también para las personas.
“Últimamente, he participado en campañas donde el objeto de estudio en particular son los bosques de macroalgas en distintas regiones de la Patagonia, y eso ha sido un gran aprendizaje y una experiencia enriquecedora. No solo por el objeto de estudio en sí y su contexto, sino por ampliar también el panorama de personas con las que uno trabaja y colabora”, expresa Uriel, quien gusta de vivir nuevas experiencias.
“Siempre es bueno correr el foco de donde uno se especializa, ya que cambia nuestra perspectiva sobre lo que conocemos. Empieza un camino donde se vuelve a lo más reconfortante de esta profesión que, en mi opinión, es el sentido de explorar, de conocer nuevas fronteras”. Estos desafíos le permiten también a Uriel poner en valor todas sus experiencias previas: “Creo que ahí radica también la razón por la cual me convocaron; Cristian Lagger, responsable de la expedición, fue quien puso su voto de confianza en mí para trabajar y colaborar en el registro audiovisual, en las tareas de buceo científico y en la logística general de campo en las campañas”.
En Puerto Deseado, el documentalista junto al equipo de científicos y buzos que participa de las expediciones
Su experiencia en Península Mitre, Tierra del Fuego.
La expedición realizada en la costa santacruceña no es la primera que Uriel hace en la investigación de macroalgas: el año pasado recorrió, también de la mano de Cristian Lagger la zona de Tierra del Fuego, que recientemente ha sido declarada como área natural protegida. “El buceo en Península Mitre quedó grabado en mi memoria. Muy pocas personas se han sumergido en esa zona en particular y el paisaje que encontramos debajo era fascinante y hermoso. Uno parece suspendido en un ambiente ingrávido, rodeado de vida y naturaleza en una zona prístina y salvaje. La sensación es que me podría quedar allí por siempre”.
El paisaje subacuático en la zona de Deseado también generó un gran impacto en el documentalista: “En aguas del parque, encontramos parches y zonas de bosques tupidos con excelente visibilidad y abundante presencia de organismos marinos. Los bosques de macroalgas son fundamentales en muchos sentidos, ya que actúan como barreras naturales que disminuyen la erosión de la costa, igual que los arrecifes de coral en el Caribe. Debido a su actividad fotosintética, producen grandes cantidades de oxígeno y proveen un hábitat único y refugio para múltiples organismos marinos, producen materia orgánica, estabilizan el sustrato marino y mitigan el calentamiento global, ya que contribuyen a la fijación de carbono que se produce de manera natural y el derivado de la actividad humana”.
El Parque Interjurisdiccional Isla Pingüino es un área protegida en donde el resguardo de la vida marina es uno de los objetivos primordiales. Uriel valora el trabajo que realiza el parque y detalla que hay “gran variedad y abundancia de aves y mamíferos marinos, peces, invertebrados y toda la cadena de organismos marinos que habitan la zona y que necesitan de nuestro accionar para que la zona se preserve. Es una zona privilegiada del litoral patagónico en cuanto a la vida marina y, además, el parque alberga restos arqueológicos, antiguos naufragios y estructuras de siglos pasados, que son patrimonio y deben ser preservados”, expresó el cineasta.
“Puerto Deseado es un sitio con historia, posee un inmenso patrimonio natural y cultural y muchos han trabajado por su conservación en el pasado y lo siguen haciendo en el presente”, en referencia al trabajo que realiza en la zona el Programa de Arqueología Subacuática (PROAS) del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) y Fundaciones como “Conociendo Nuestra Casa” y “Por el Mar” (PEM), la promotora de la reciente expedición en Isla Pingüino.
Aunque los bosques de macroalgas son objetos de estudio diferentes a los naufragios y sitios arqueológicos, Uriel también encuentra similitudes. Principalmente, opina el experimentado buzo, “la nobleza de los objetivos: la conservación y la divulgación científica”. Sokolowicz concluye que “tanto arqueólogos y biólogos coincidimos en que la ciencia tiene que poder lograr cambiar el lenguaje mediante el cual llega a la gente. Los equipos de ambas disciplinas, con los cuales he convivido día a día en las campañas, demuestran una gran sensibilidad, una tremenda capacidad de adaptación y un gran sentido del humor, que no es menor a la hora de afrontar dificultades. El mar es la mejor escuela para forjar estas cualidades en las personas”.
Además de las expediciones en las que Uriel ha participado —en Península Mitre y la más reciente en el Parque Interjurisdiccional Isla Pingüino—, otras más han sucedido y sucederán, con el mismo objeto de estudio: buscando dar a conocer y relevar los bosques sumergidos de la Patagonia Argentina. Esta serie de campañas continúa, sumándose a la tarea de explorar y proteger el mundo subacuático.
Winfo