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EL ELEGIDO DEL PAPA

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EL ELEGIDO DEL PAPA

El obispo de Río Gallegos, Santa Cruz, y Tierra del Fuego, Jorge García Cuerva, fue designado por el Papa Francisco como nuevo arzobispo de Buenos Aires.

 

La designación de Jorge García Cuerva, un sacerdote activo en los barrios populares que comparte la visión pastoral del Pontífice, marca una renovación política en la Iglesia católica argentina.

 

El papa Francisco ha nombrado este viernes a nuevo arzobispo de Buenos Aires. El sacerdote Jorge García Cuerva, actual obispo de la ciudad patagónica de Río Gallegos, sucederá al cardenal Mario Poli, que cumplió 75 años en diciembre pasado y a quien las normas canónicas le imponen el retiro. La designación responde a esa formalidad, pero en Argentina se ha leído como un mensaje político. García Cuerva, de 55 años, es uno de esos sacerdotes que responden a lo que el Papa suele llamar “pastores con olor a oveja” o “curas villeros”, por su trabajo en los asentamientos populares que rodean Buenos Aires.

 

Cuerva ocupará ahora el mismo cargo que tuvo Francisco, como Jorge Bergoglio, entre 1998 y 2013, en un contexto en el que la Iglesia Católica pide a un sacerdote de su perfil: la pobreza en Argentina ha alcanzado al 40% de la población en medio de una crisis económica inédita en 20 años, mientras el país mira con incertidumbre las elecciones de noviembre próximo y el Papa prepara su primera visita al país para 2024.

 

El rol de arzobispo de Buenos Aires es la casilla clave para la política del Vaticano en Argentina. El mandato de Jorge Bergoglio, que dejó esa oficina en 2013 al ser proclamado Papa, estuvo marcado por las tensiones con el Gobierno. Cada 25 de mayo, cuando Argentina conmemora el inicio, en 1810, de su gesta independentista, el presidente suele asistir a una misa en la catedral de Buenos Aires para escuchar la homilía del arzobispo de la ciudad. Néstor Kirchner, que asumió en 2003 tras años de crisis, solo lo escuchó dos veces. En 2005, cuando cumplía dos años en el poder, Bergoglio llamó a los políticos a “no aferrarse a anuncios estridentes en vez de apostar a proyectos previsibles”, “no bastardear o eliminar las instituciones” y “no caer en el odio, la desorientación y la inmadurez”. Al año siguiente, el presidente decidió celebrar el Día de la Patria en las provincias. Para Kirchner, Bergoglio era el “jefe espiritual de la oposición política”, aunque también había sido rudo con sus antecesores. “Parecería que el bien público y común poco importa mientras sintamos el ego satisfecho”, clamó Bergoglio en su última homilía, en 2013, cuando Néstor Kirchner llevaba tres años muerto y su esposa, Cristina Fernández, cumplía el penúltimo de sus ocho años en la presidencia. Ella tampoco fue a escucharlo.

 

El cardenal Mario Poli tuvo un perfil menos político que su predecesor. Para la celebración de 2014, la tradición se reinstauró y Cristina Fernández de Kirchner volvió a la catedral mientras estuvo en el poder. En su homilía de esta semana, en la que se despidió del cargo, Poli llamó al diálogo en medio del año electoral y pidió a los políticos presentes, entre ellos el presidente, Alberto Fernández, dejar de “alimentar la confrontación buscando culpables en el pasado”. Fernández celebró sus palabras.

 

Poli renunció en diciembre pasado, tras meses en el que su relación con el Papa se agrió. En mayo de 2022, una auditoría del Vaticano encargada personalmente por Francisco había encontrado irregularidades en la venta de inmuebles del clero en Buenos Aires y el Papa exhortó a su sucesor a limitar las transacciones económicas de su delegación a las “estrictamente necesarias”. Francisco admitió su renuncia en abril, pero le pidió seguir en el cargo mientras buscaba a su sucesor.

 

Jorge García Cuerva no estaba entre los nombres que se barajaron estas semanas en Argentina, pero su designación coincide en la imagen que ha buscado imponer Francisco en la Iglesia. Abogado, teólogo y ordenado sacerdote en 1997 en la diócesis de San Isidro, un municipio rico de la periferia norte de Buenos Aires que también acoge a una de las villas miseria más conocidas de área urbana de Buenos Aires, García Cuerva fue párroco de tres barrios populares de la zona mientras Bergoglio era el cardenal de Buenos Aires. También fue capellán de distintas rpisiones de la provincia de Buenos Aires y representante regional de la Pastoral Carcelaria. El de cardenal de Buenos Aires es el cuarto encargo que le da el papa Francisco. En 2017 lo designó obispo auxiliar de Lomas de Zamora, otro municipio de la periferia bonaerense marcado por la pobreza; en 2019 pasó a ser obispo de la provincia de Río Gallegos y en 2021 se incorporó al Dicasterio para los Obispos, un organismo del Vaticano que aconseja en los nombramientos episcopales.

 

A su designación de 2019 viajó el actual ministro de Economía, Sergio Massa, uno de los líderes del peronismo gobernante que lo conoció hace más de una década cuando era intendente en el norte de Buenos Aires. Muchos medios argentinos están buscando ahora señales sobre su pensamiento político. Vocal contra las injusticias, García Cuerva parece hasta ahora imparcial en su rechazo al poder. “Cuando no podíamos reunirnos, ni vacunar a nuestros abuelos, ellos estaban vacunados y se encontraban. Los políticos no sufrieron las restricciones de la pandemia y por eso no entendieron lo que le pasaba a la gente”, denunció en una entrevista de 2021, meses después de que los escándalos por reuniones en medio de la cuarentena estricta o saltos en la fila en la vacunación contra la covid-19 acorralaran al Gobierno. García Carva tomará posesión como arzobispo en julio, y por la preponderancia que toma su nuevo rol podrá ser designado cardenal.