Te contamos la historia del emprendedor Gustavo Escobar, que apostó al cultivo hidropónico en Río Gallegos. Produce cientos de plantas de lechuga y va por más incorporando acelga y espinaca a su producción. Se trata de una forma de cultivo “sin suelo” que requiere 80% menos de agua mientras la planta crece más rápido y con mayor sabor y nutrientes. “Sería interesante que el Estado nos viera como fuente de trabajo, podemos producir todo el año”, aseguró.
Siguiendo por la Ruta Provincial 53, unos 10 kilómetros por caminos de tierra, en el corazón de “la otra Gallegos”, rodeada de casas de amplios terrenos está la chacra de Gustavo Escobar donde vive y produce lechugas de un verde tan increíble que no necesitan filtro para brillar.
Un pequeño invernadero, con dos tanques de agua y un sistema hidropónico no tan complejo, generan una producción de al menos 400 plantas de lechuga cada 40 días. Se trata de una forma de cultivo “sin suelo” en la que se utiliza un 80% menos de agua, se acortan los tiempos del ciclo productivo, se evita el uso de agroquímicos y se intensifica el sabor y el valor nutricional de la planta. Pura ganancia en todo sentido. Si tuviera que plantar en tierra esa cantidad de plantas necesitaría el 75% más de espacio para poder producirlas.
“Empecé por curiosidad hace 12 años, comencé haciendo cursos con Fil Hidroponia que es una empresa que está en Buenos Aires, y es de un ingeniero que desde la década del ¨70 viene trabajando con la hidroponía en la Argentina”, contó a WOU! Gustavo.
Curso va y curso viene, Gustavo ganó experiencia en el tema. De a poco pudo lograr reunir el equipo suficiente y empezó produciendo frutillas, tomates y otras hortalizas. “Hasta que me decidí por la lechuga, que es lo que tiene mayor aceptación”, comentó a WOU!.
Como buen emprendedor, Gustavo proyecta la manera de hacer crecer su producción: ”La idea es poder ampliar. Ya tiene calefacción y vamos a ver si iluminamos mejor para ver si se puede trabajar hasta junio, porque bajo esta modalidad se puede producir todo el año. Tiene su costo, pero la inversión inicial nada más, porque el gasto de la luz led es bajísimo”. Ya tiene reservado un sector exclusivo para iniciar la producción de acelga y espinaca que es un requerimiento de los comercios con los que trabaja.
Orgánico vs. Hidropónico
Hay una controversia histórica sobre si la hidroponía es orgánica o no. Según los cultores de la filosofía orgánica el fin es alimentar al suelo y no solo a la planta, por eso la hidroponia -para ellos- no es orgánica. Para los productores hidropónicos el argumento apunta a que si se utilizan elementos orgánicos para alimentar a la planta ésta resulta siendo también orgánica.
“La gente que hace orgánico dice que la hidroponía no es orgánica porque no respeta los ciclos naturales de la planta, pero sí los respeta, lo que se le agrega está procesado desde lo que está en el suelo, todo está en la tabla periódica, esos elementos que utiliza la planta para crecer están en el suelo, la ventaja es que se los pone a disposición de la planta y ésta va a crecer más rápido, más sana”, argumentó Gustavo Escobar, en cambio “quienes hacen orgánico no están de acuerdo con esto, pero creo que es por desconocimiento de cómo es el verdadero proceso hidropónico”.
Truco “antibichos” para anotar
Una de las ventajas de la lechuga hidropónica es que es más limpia, al lavarla no aparecen esos insectos indeseables que tanto cuesta eliminar en las lechugas de cultivo tradicional. “No uso agroquímicos ni nada parecido” aseguró Gustavo y explicó que a lo sumo pueden aparecer pulgones para los que utiliza trampas cromáticas compuestas por una botella vacía de lavandina -de las amarillas- “pintada” con aceite de cocina: “el pulgón es atraído por el amarillo que al estar embadurnado con el aceite se quedan pegados y evito meter algún agroquímico, si el pulgón es muy fuerte que puede llegar a poner tierra de diatomeas, que también es orgánico”, explicó.
Es un excelente dato para anotar y probar en el jardín, todo vale cuando se necesita eliminar los pulgones que afectan permanentemente a los rosales.
De todas maneras “si la planta está sana y bien nutrida los bichos no van”, el bienestar de la planta “es su mayor protección” lo que hace que sea prácticamente improbable que sufran plagas.
Desde la semilla
“Comienza como un plantín normal, la semilla se pone en un sustrato estéril, se utiliza el poder germinativo de la semilla, se desarrolla y crece como un plantín, se lo trasplanta”, señaló.
Desde que se trasplanta el pequeño plantín hasta que se lo retira pasan 40 días. Cada planta tiene un peso ideal de 300 gramos “que es de mejor calidad” aunque pueden alcanzar un peso cercano al kilo si se la deja crecer y sigue siendo buena porque “al ser hidropónica la planta tiene cero stress para llegar a ese peso, la hoja es tierna todo el tiempo” nos explicó Gustavo. Si al comprar la planta se coloca en un recipiente con agua puede durar varios días e incluso seguir creciendo.
Sus plantas verdes brillante se pueden comprar en Minimarket, las carnicerías Mate, Cara de Papa y Mis Dos Pollitos.
“Sería interesante que el Estado nos viera como fuente de trabajo, podemos producir todo el año, y si llegáramos a una escala lógica podríamos producir para toda la Patagonia” destacó el productor local y enfatizó la necesidad de políticas públicas que tengan una visión sobre el fomento de esta modalidad de producción: “el Estado podría dar una mano con la inversión inicial para poder llevar adelante un proyecto y dar trabajo porque se genera una cadena comercial impresionante y en este momento que vamos a tener que vivir bajo protocolos de prevención vaya a saber cuánto tiempo esta actividad podría reemplazar a otras, por ejemplo el turismo” que estará vedado o restringido por la pandemia.