Luciano
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UN FANTASMA EN LA CASA DE GOBIERNO

Río Gallegos Mágico: El Fantasma de Casa de Gobierno.

 

“Casa de Gobierno”. Este es un relato extraído del libro “El Humor de los Espíritus” (*), de Flora Rodríguez de Lofredo.

Esto pasó hace muchos años.

Trabajaba yo en la Casa de Gobierno.

En mi carácter de secretaria solía quedarme por las tardes, más allá del horario de oficina.

En invierno, las luces comenzaban a encenderse en todo el edificio a partir de las cinco de la tarde.

Será por eso que se mezclaban, en el lugar, los tonos de la claridad y la penumbra.

Después de las ocho, y mientras esperaba que alguien de mi casa me fuese a buscar, solía hablar con el oficial y el agente de guardia, cuyo turno comenzaba a esa hora hasta el amanecer.

Los temas de la conversación eran recurrentes: el tiempo, el trabajo, las vacaciones, los hijos y los rumores diarios que circulaban en el pueblo.

Fue así que algo llegué a conocer de sus vidas y ellos de la mía, a través de esas pequeñas charlas que tenían el tono inconfundible de la amistad y del respeto.

Pero una noche me sorprendí: habían renovado la guardia. Indagué por el destino de mis amigos.

-Al oficial lo internaron y el agente pidió otro destino.

Intrigada pregunté las causas.

-¡Es por el fantasma! me contestaron.

Ante mi asombro, contaron que escucharon pisadas subiendo por la escalera que da a la radio, al seguir ese ruido vieron cómo las máquinas de escribir tecleaban solas.

-Es más -me dijeron- los carros espaciadores se deslizaban velozmente.

¡Quedé petrificada!

Las luces del edificio ya estaban apagadas y sólo la lámpara de entrada alumbraba el recinto.

Miré en torno y pregunté:

-Ustedes, ¿no tienen miedo?

-No -me respondieron- no creemos en esas cosas.

Y me explicaron su teoría:

-Las maderas de la escalera crujen, porque vuelven a acomodarse luego del tránsito diario. Lo de las máquinas es pura imaginación.

Me fui tranquila. Por un tiempo me olvidé de los fantasmas. Hasta que un día me encuentro con dos nuevos agentes en la guardia.

Les pregunté por los anteriores y, para mi asombro, me respondieron que habían pedido otro destino. Viendo la sorpresa en en mi cara, agregaron:

-Ahora tenemos orden de disparar.

-¿Disparar? -pregunté, asustada.

-Sí, para que vengan refuerzos desde Jefatura.

-Ah -suspiré, aliviada.

Desde entonces, especialmente en invierno, trataba por todos los medios de salir junto con mis compañeros, antes que las luces de los pasillos se comenzaran a apagar.

 

(*) “El Humor de los Espíritus es una obra única, que trata asuntos por demás interesantes, concernientes a la sospecha que no sólo hay otra vida después de la muerte, sino que, además, la realidad tiene ciertas rajaduras que, a modo del ojo de una cerradura, nos pueden conectar con otra cosa. (…)”