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Luciano
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LAS SERIES QUE HAY QUE VER

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LAS SERIES QUE HAY QUE VER

A cuento del boom de Okupas, cinco series de culto que uno no debería perderse.

A 21 años de su estreno, su llegada a Netflix la puso al tope de las más vistas. Aquí un “top five” con las que vale la pena (volver a) ver.

Hay expresiones que se van gastando con su uso, como esos algodones que con los lavados se vuelven opacos. Cuando eso sucede, las frases pierden su brillo y, lo más importante, su sentido. Algo así ocurre con el complemento “de culto”. En el mundo de las series, por ejemplo, ¿qué significa?

¿Es, necesariamente, mejor que una que no lo es? ¿Se trata de televisión de autor? ¿Acaso no todas lo son, incluso las más comerciales hechas con una fórmula que se repite hasta el hartazgo? ¿Debe ser de nicho o haber tenido una influencia en el gran público? En un panorama de ficciones cada vez más amplio -quizás como nunca antes vimos-, resulta aún más complejo ensayar una definición certera.

Pero todas las que recibieron el mote se parecen en dos cosas: son un punto de partida y anidan en su contenido algo que las hace perdurar.

En estas últimas semanas, sucedió algo particular con Okupas, que Netflix puso en su plataforma. Produjo una gran nostalgia, que de alguna forma dio cuenta de cómo influenció al público de este país. Pasaron casi 21 años desde su estreno, pero ahí está: incólume y cruelmente vigente en su fresco de nuestra Argentina empobrecida. Y es la más vista de la plataforma.

En los servicios de streaming y canales, aún se pueden encontrar otras series, que en su momento se convirtieron en un fenómeno y que resisten el paso del tiempo con hidalguía. Acá va un repaso -siempre arbitrario y seguramente injusto- de cinco producciones que vale la pena volver a ver. O enamorarse por primera vez.

 

Los Soprano (HBO, disponible en Flow y DirecTV)

Estrenada en 1999, la serie creada por David Chase marca el inicio de algo e impide la caída de una cadena como HBO, que con el tiempo se transformó en sinónimo de dramas de calidad.

La historia del mafioso Tony Soprano (James Gandolfini) y sus dificultades para llevar adelante un hogar y una organización criminal significan el comienzo de la Tercera Edad de Oro de las series de TV, según escribió Brett Martin en su libro Difficult Men.

Chase estaba empecinado en hacer una película con la historia que tenía en mente, pero terminó forjando una serie que cambió la forma de ver televisión. A partir de su influencia -y aunque Game of Thrones luego la superó en audiencia-, las series comenzaron a tener presupuestos astronómicos, una factura técnica propia del cine y una popularidad mundial que resultaba poco frecuente.

Con una historia brillantemente escrita y actuada, y tramas oscuras, el género llegaba a su madurez y se convertía en algo serio junto al final del siglo.

 

Twin Peaks (Netflix)

¿Quién dijo que estas son producciones para gente de la industria de la televisión? ¿Quién dijo que una serie solamente debía ser una serie? Todo es posible si detrás del proyecto están David Lynch y Mark Frost. La serie, a lo largo de tres temporadas, cuenta la historia del asesinato de una adolescente llamada Laura Palmer.

Si el mundo de las series se ponía cada vez más interesante y con narraciones complejas, ésta es la gran demostración a lo largo de los años (las dos primeras temporadas son de 1990-1991 y la tercera recién de 2017). Son 18 episodios, de una hora cada uno, de absoluto goce narrativo, con todo el arte de Lynch puesto al servicio de una historia.

Como sucede con otras series de culto, sirvió de inspiración para muchas otras que vinieron después. The Killing y Lost son sólo algunas de las que tomaron el legado.

 

The Wire (HBO Go)

 

“Mi estándar de verosimilitud es simple y lo tomé cuando comencé a escribir narrativa: que se joda el lector promedio”, dijo en una oportunidad David Simon, creador, guionista y productor de The Wire.

Esa frase, quizás, condensa el espíritu -y la principal potencia- de la serie, que se emitió entre 2002 y 2008 con una trama de traficantes y policías, aunque lo más justo sería destacar su mirada “antipolicía”. Por sus años de periodista, Simon conocía a la perfección la ciudad de Baltimore y la mostró como nunca nadie lo hizo.

De esa forma, con el viejo adagio de pintar tu aldea para construir mundos, hizo una serie extraordinaria, una patada al sueño americano, sin lugar para las victorias.

La autenticidad de la historia en la pluma de Simon y el casting -formado por algunos de los verdaderos personajes que inspiraron la serie- fueron otros de los aciertos de una producción que, a diferencia de Los Soprano y Mad Men, ganó fanáticos escalón por escalón.

 

Los Simuladores (Netflix)

“Conozco un grupo de gente que puede ayudarlo”. Un buen porcentaje de los televidentes argentinos conoce esa frase. Y, aunque pasaron casi 20 años desde el estreno en Telefe, los actores Federico D’Elía, Alejandro Fiore, Diego Peretti y Martín Seefeld todavía tienen que contestar la pregunta del millón en las entrevistas: ¿vuelven Los Simuladores?

En la serie creada por Damián Szifron, los expertos en el arte de la simulación (Santos, Lamponne, Ravenna y Medina) resuelven temas en apariencia mundanos con dosis exquisitas de humor. Todo en un lenguaje muy argentino y referencias diversas: del Superagente 86 a Agatha Christie, pasando por el Chapulín Colorado y Brigada A.

Desde su estreno, se produjo un amor a primera vista con el público. El resto es historia conocida: Martín Fierro de Oro, remake en cuatro países y la posibilidad de una película, que cada tanto aparece como alto latente.

 

Fleabag (Amazon Prime Video)

Las series de culto no sólo son territorio del drama y los thrillers. En la entrega de los Emmy de 2019, la serie inglesa se llevó un puñado de estatuillas y logró robarle protagonismo a un monstruo como Game of Thrones.

Quizás sea pronto para hablar de una producción de culto –la primera emisión es de 2016-, pero se convirtió en un fenómeno televisivo con igual éxito de audiencia y de la crítica. Una antiheroína en sus 30, un guión de humor filoso y recursos narrativos bien usados, como la ruptura magistral de la cuarta pared, son algunos de sus ingredientes más valiosos.

Su creadora, Phoebe Waller-Bridge, hace una comedia que por momentos duele por lo trágica. Episodios breves, sin una escena de más. ¿Será de culto? Sólo el tiempo y el consumo del público tienen la respuesta.

La lista puede seguir largamente. Están las que nunca pasaron por la televisión, como House of Cards. Las que explotaron recién al final, como Breaking Bad. Y las sitcoms que no nos cansamos de ver, como Friends y The Office. Italo Calvino decía que un clásico es un texto que “nunca termina de decir lo que tiene que decir”. Algo de eso tienen la series de culto. Y por eso amamos verlas perdurar.