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Luciano
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EL ARTE AL SERVICIO DE LA ESTEPA PATAGÓNICA

Ocho artistas, diferentes técnicas y un objetivo común: encontrar códigos novedosos a través del arte para llamar la atención sobre la biodiversidad patagónica y la importancia de preservarla.

 

 

A lo largo de la historia, las obras de arte han ayudado a configurar diversos imaginarios del futuro. Este que nos toca vivir, cruzado por los efectos que provoca la pérdida de biodiversidad y la crisis climática, propone un desafío para los artistas: producir nuevas narrativas que concienticen y nos permitan afrontar con más herramientas los cambios de la situación ambiental en el presente.

 

 

Es así que ocho artistas ambientales de diferentes rincones de Argentina, reunidos bajo la consigna “Conocer para proteger” comparten su arte inspirados en la fauna de la estepa patagónica e invitan a ser partícipes activos de la protección y restauración de ecosistemas y comunidades.

 

 

 

Alan Berry Rhys, Marcelo Canevari (h), Sebastian “Tatu” Daels, Luisa Freixas, Gimena Sosa, el mendocino Federico Calandria, Agustina Ramos de Córdoba y el marplatense Panco Sassano exponen sus diversas percepciones sobre los roles ecológicos que cumplen algunas de las especies claves del frágil ambiente patagónico que están siendo recuperadas mediante el rewilding en Santa Cruz. El puma como arquitecto del ecosistema y el guanaco con su migración ancestral. También el huemul, el ciervo estepario o el chinchillón anaranjado, velador de los cañadones.

 

 

“Elegí el puma porque desde chico tengo fascinación por este animal. Me fascinan su potencia y sus formas. Y, sobre todo, su rol dentro del ecosistema”, explica Alan Berry Rhys, diseñador gráfico e ilustrador, cuyo lenguaje está inspirado en la comunicación publicitaria de bajo presupuesto.

 

 

 

“Fede” Calandria es ilustrador, animador, muralista y diseñador. Integra el dúo de street art “Gaucholadri” y el staff de la revista Bazofia. Eligió una especie en peligro en la provincia donde vive, Mendoza, y porque muchas culturas aborígenes se desarrollaron en torno al guanaco “pero integrados en un equilibrio natural”.

 

 

Artista e ilustrador, Marcelo Canevari (h), se formó en relación directa con el movimiento ambientalista y busca “siempre un borde en el que la obra genere preguntas”. Eligió el chinchillón anaranjado “porque creo que, es muy poco conocido. Tenemos un país con una diversidad increíble y desconocemos muchos de sus animales y esa es una de las razones por las cuales nos cuesta entender el valor que tienen. Espero que esta ilustración ayude para despertar interés en esta y otras de las especies únicas que viven en nuestro territorio”.

 

 

 

“Tatu” Daels es artista y guardaparque. Cautivado desde chico por la potencia y las formas del puma, se inclinó por ilustrarlo fundamentalmente por “su rol dentro del ecosistema”, y como un aporte para cambiar la idea de ser una “amenaza para los vecinos y sus animales”.

 

 

 

Luisa Freixas utiliza el grabado como su principal lenguaje artístico, aunque también incursiona en el óleo, la carbonilla y el collage. Ha trabajado intensamente con la figura del yaguareté y le fue inevitable centrarse en el puma por “su mirada, su pelaje y su andar”.

 

 

 

Agustina Ramos es serigrafista y ceramista. Cree que el arte es “un código” con el que se identifican las personas más jóvenes. “Del guanaco me llama la atención su cuerpo esbelto y elegante. Me dejé llevar por las curvas que se dibujan en su figura y sus ojos grandes con pestañas alargadas”, expresa de por qué eligió ilustrarlos.

 

 

 

“Panco” Sassano reconoce que conocía poco del huemul y de su grave situación de conservación. “Me parece un animal hermoso, elegante, y sumamente intrigante”, define sobre su elección este diseñador gráfico, ilustrador, apasionado por la tipografía y pintor vocacional.

 

 

 

El lenguaje artístico de Gimena Sosa involucra un mix analógico y digital. Se inclinó por ilustrar al chinchillón anaranjado “una especie poco conocida de nuestro país”, para que más gente tome conciencia sobre su conservación. “Cada especie es importante”, remarca.

 

 

 

El arte ha sido siempre una herramienta poderosa para conocer, descubrir, representar y redefinir el mundo en el que vivimos. Comunica, transforma y nos conecta con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.

 

 

 

Como aquellos primeros habitantes de la región del Parque Patagonia, que hace miles de años nos dejaron el testimonio de su tiempo en las paredes de la Cueva de las Manos, estos artistas, sus herederos, se encargan de llamarnos la atención sobre lo importante que es sabernos parte de esta, una danza de reciprocidad que produce vida donde tenemos un rol que no deberíamos eludir.