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Luciano
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RESTAURANDO ECOSISTEMAS

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RESTAURANDO ECOSISTEMAS

Desde adentro: vivir la conservación en El Unco y reconectar con la naturaleza

 

La historia de Emanuel Jacquier, un santafesino que desde la Estación Biológica “El Unco”, encontró en la Patagonia un espacio para reconectar con la naturaleza y participar en la restauración de ecosistemas amenazados.

 

 

En San Carlos Centro, provincia de Santa Fe, Emanuel Jacquier parecía destinado a vivir rodeado de animales. Desde pequeño, siempre tuvo una conexión especial con ellos, algo que fue moldeando su vida desde el inicio. “Siempre estuve rodeado de animales”, dice casi con naturalidad, como si fuera lo más obvio del mundo. Con un terreno amplio, su hogar se había convertido en un verdadero refugio. “Crie aves, cobayos, conejos, hasta liebres con mamadera. Cualquier bicho rescatado terminaba en mi casa para que lo curemos o salvemos”. Su infancia estaba marcada por ese caos ordenado de naturaleza, donde incluso un ñandú podía convertirse en compañero de siestas frente al televisor.

 

 

Este contacto constante con los animales hizo que pronto se volviera “el que sacaba los sapos de las casas” en el barrio, el chico al que todos acudían cuando un animal necesitaba ayuda. No es de extrañar que más tarde decidiera estudiar Veterinaria.

 

 

Después de casi siete años en la facultad, y tras enfrentar una serie de replanteos personales la vida lo llevó por caminos inesperados antes de encontrar su verdadera vocación. Ema dejó la carrera y emprendió un viaje que lo llevaría a redescubrir su amor por la naturaleza en otros rincones del mundo y viajó a Francia. Si bien su idea era estar un año, terminó quedándose casi dos. “El volver fue más duro que el partir hacia lo desconocido”, confiesa, porque recuerda lo difícil que fue adaptarse de nuevo a la rutina tras su experiencia en Europa. Las vueltas de la vida, lo llevaron a Corrientes, donde comenzó a colaborar con la Fundación Rewilding Argentina en el proyecto de reintroducción de la nutria gigante, en los Esteros del Iberá.

 

 

Aquel primer contacto con la conservación activa fue un punto de inflexión. “Estar en plena naturaleza, solo muchas veces, fue una experiencia inolvidable”, dice, y esa experiencia sembró en él la semilla de un deseo por seguir trabajando en la conservación de la fauna y los ecosistemas, algo que más tarde lo llevaría a la Patagonia, a la Estación Biológica “El Unco”.

 

 

Ubicada en un paisaje agreste, rodeada por cañadones y estepas interminables, la Estación Biológica “El Unco” es el corazón de un proyecto que busca restaurar los humedales y proteger especies de flora y fauna nativas.. Ema llegó hasta ahí para formar parte del proyecto de control de especies exóticas. En principio, planeaba quedarse solo un mes y medio, pero como él mismo lo describe, “como me gusta participar en este tipo de actividades, y el lugar es tan impresionante, decidí quedarme un tiempo más”.

 

 

Uno de los proyectos en los que trabaja es el de la gallineta chica, un ave que se creía extinta hasta 1998. “El objetivo es restaurar los humedales para aumentar las poblaciones de la especie y generar información de base de la misma” , explica. La gallineta, un ave parcialmente migratoria, ha encontrado en el juncal restaurado de El Unco su refugio, y el equipo trabaja incansablemente para entender mejor su biología y ecología. “Capturamos y anillamos 60 individuos y monitoreamos a la población con cámaras trampas, que nos permiten ver comportamientos que de otra manera no podríamos registrar”.

Pero su trabajo no se detiene allí. Ema también está a cargo de los proyectos de  reintroducción del  coipo y chinchillón anaranjado. El coipo es un roedor que había desaparecido de los humedales del cañadón Caracoles y disminuido sus números drásticamente en el cañadón Pinturas. Hoy, gracias a los esfuerzos de traslocación, está volviendo a habitar el área. “Los coipos son arquitectos de los juncales”, señala. Y es que estos pequeños roedores, al abrir caminos y hacer plataformas dentro de los juncales, permiten que el agua fluya y no se estanque; generan refugios para las aves que migran para anidar en la zona y mantienen  el  equilibrio del humedal.  La labor de esta especie es fundamental para la salud de los humedales, y el equipo de El Unco sigue de cerca sus movimientos para asegurarse de que la población de coipos aumente.

 

 

Ema disfruta de cada día en la Estación Biológica, y admite que no hay un “día típico” en su trabajo. “Dependemos de las condiciones climáticas y del comportamiento impredecible de los animales, porque, al fin y al cabo, trabajamos en la naturaleza “. Entre monitoreos, capturas y largas jornadas en el campo, su rutina es estar siempre en movimiento. Aun así, encuentra en esa incertidumbre una fuente de disfrute. “Cada día es una sorpresa, y eso lo hace todo mucho más interesante”, y lo dice con un tono de paz, de disfrute, transmitiendo plenitud con lo que hace.

 

 

Uno de los momentos que más lo marcó desde su llegada al Parque Patagonia fue un encuentro inesperado en el Cañadón Pinturas: “Comencé un día de caminata y apenas entraba a la zona de acampé, vi una hembra de puma con sus dos cachorros de un año de edad aproximadamente. Tener la oportunidad de presenciar el comportamiento de estos felinos tan de cerca y haber podido sacarles un par de buenas fotos, fue impresionante”, describe. “La naturaleza te sorprende constantemente”.

La conservación no es solo un trabajo para Emanuel; es un compromiso con el futuro. “Somos responsables de la vida de los animales y de decisiones que afectan su futuro”, remarca consciente de la dimensión de su trabajo. Cada acción que toma, cada proyecto en el que participa, tiene como objetivo no solo preservar la fauna, sino también restaurar ecosistemas enteros. “Espero que en el futuro, los visitantes del Parque Patagonia puedan ver coipos en los humedales del cañadón Pinturas y Caracoles, chinchillones en los paredones del cañadón Caracoles, y ojalá, escuchar el canto de una gallineta chica”, imagina.

Para Ema, estar en El Unco es más que estar en medio de la naturaleza. Es formar parte de un gran proyecto, de un esfuerzo global por revertir el daño que se ha hecho a los ecosistemas. “Donde hay agua, hay vida”, afirma, reafirmando la necesidad de preservar este recurso vital y tan escaso en la estepa patagónica. Y mientras sigue caminando entre los cañadones y monitoreando animales. Ema sabe que está contribuyendo a algo mucho más grande que él mismo: “Es un privilegio poder hacer esto”.