EL ENEMIGO ÍNTIMO QUE NUNCA SE FUE
Vidal terminó recurriendo al mismo ministerio que señalaba como símbolo del saqueo. Daniel Álvarez admitió que la provincia no tiene recursos para sostener salud, educación, seguridad ni sueldos. En los pasillos nadie se sorprende: el ex ministro de Alicia nunca soltó el control y jugó a dos puntas desde el primer día. Lo que vuelve no es un apellido. Es un poder que nunca se retiró.
En silencio y sin conferencias improvisadas, Claudio Vidal terminó haciendo exactamente lo que juró que jamás haría: tocar el timbre del mismo ministerio que denunció como símbolo del “saqueo kirchnerista”. Y lo atendieron como si hubiese sido parte del staff desde siempre.
El regreso no fue por ideología ni por gobernabilidad: fue por necesidad.
La frase que soltó Daniel Álvarez –ese ministro que cambió de camiseta, pero no de oficina– lo dejó todo expuesto:
> “La provincia no tiene el recurso económico necesario para solucionar salud, educación, seguridad ni sueldos”.
No es un diagnóstico. Es una rendición técnica.
Y ahí es donde empieza el verdadero ruido. Porque todos en la Casa de Gobierno saben –aunque nadie lo escriba– que *el ex ministro de economía de Alicia Kirchner nunca se fue del todo. **Dejó su estructura adentro, cuidó sus posiciones y, en los hechos, jugó siempre a dos puntas*.
Su presencia en estos días en los pasillos oficiales no sorprende a nadie. Tampoco su sintonía con Pedro Luxen. Hay vínculos que no requieren explicaciones; sólo exigen que nadie los nombre.
Por eso, lo que hoy volvió no es el kirchnerismo. Tampoco Vidal. *Lo que volvió es la confirmación de que nunca hubo una ruptura real, sino un reacomodo silencioso del mismo tablero*.
Y lo que empieza a sentirse –todavía en potencial, pero cada vez menos hipotético– es que *este no es un gobierno en crisis. Es un gobierno en transición… hacia algo que nadie se anima a nombrar en voz alta.*