Si estabas dudando en comenzar a hacer una actividad física, en esta nota te contamos cómo impacta el entrenamiento en la salud mental.
Cuáles son los beneficios que produce, a qué se deben y cómo mejorar el clima motivacional en equipos deportivos.
Si bien el principal objetivo que muchas personas se plantean al hacer deportes o ejercicio es mantener un buen estado físico y disminuir así el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas no transmisibles (cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer, entre otras), la actividad y el movimiento también tiene impacto positivo en la salud mental, que se ve particularmente deteriorada desde el inicio de la pandemia.
A nivel de nuestro sistema nervioso, el ejercicio estimula al cerebro a liberar determinados neurotransmisores que permiten tener sensaciones placenteras, como la serotonina o la dopamina.
Asimismo, trae diversos beneficios a nivel psíquico y social. Está demostrado que la participación en equipos deportivos o la práctica de alguna actividad física, produce efectos positivos en el autoconcepto de niños, niñas y adolescentes.
Además, ayuda al manejo de la adversidad y favorece la resiliencia como herramienta necesaria para sobreponerse a situaciones o contextos adversos. De esta manera, la actividad física también se ha asociado a la mejora de síntomas de ansiedad y la depresión, entre otros problemas de salud mental.
“En los últimos años, muchas investigaciones a nivel mundial (incluidas las que realizamos en nuestro país) encontraron que no es la actividad físico-deportiva en sí misma lo que promueve el bienestar y la salud mental, sino que son las experiencias positivas que las personas vivencian en esos contextos lo que genera beneficios psicológicos”, aseguró la doctora en psicología e investigadora del Conicet María Julia Raimundi.
“Es decir, el deporte y la actividad física pueden brindar todos esos beneficios, en tanto sean experiencias de calidad y no cualquier experiencia”, continuó , la coordinadora del posgrado en Psicología del Deporte de la Universidad Abierta Interamericana (UAI).
Con su equipo de Investigación e Innovación en Psicología del Deporte (EIIPD), Raimundi coordina diversos estudios que buscan conocer cuáles son las características que deben tener los contextos físico-deportivos para efectivamente promover un desarrollo positivo de las personas y prevenir cuadros como el burnout (la sensación de estar quemado), el abandono deportivo, el consumo de alcohol y otras conductas de riesgo para la salud.
Raimundi insistió en que especialmente para niñas, niños y adolescentes “la actividad física puede ser fundamental en la construcción de la identidad, la autoconfianza, los vínculos saludables y la sensación de disfrute”.
“El rol que cumplen las y los profesores de educación física y entrenadoras y entrenadores deportivos es de suma importancia porque la forma de interacción que generen en sus grupos impactará en el tipo de experiencia de cada joven en ese espacio y, finalmente, en su vínculo a largo plazo con la actividad”, estimó.
Clima motivacional
El trabajo sobre el “clima motivacional” (así es llamado a todo lo que sucede en entrenamientos y clases) es un aspecto fundamental que deben tener en cuenta los profesionales que coordinen grupos de personas. Lo que hacen y dicen en el rol de autoridad, y cómo lo hacen y dicen, puede empoderar al grupo y favorecer el desarrollo positivo de sus integrantes, o puede obstaculizarlo y frustrar las condiciones de bienestar.
Lo curioso es que, a pesar de que ya se encontraron vínculos entre los climas motivacionales empowering (empoderantes) y el buen rendimiento, en muchos contextos físico-deportivos siguen usándose estrategias de control y castigo para tratar de sostener el rendimiento, desconociendo que se podrían sostener los mismos resultados o incluso superarlos sin descuidar el disfrute y el bienestar.
Entonces: ¿Cómo hacer para mejorar los climas motivacionales en las actividades deportivas? Raimundi ofrece los siguientes consejos:
✔Apoyar la autonomía y fomentar la participación en la toma de decisiones. Brindar opciones significativas y animar a tomar iniciativa. Eso permitirá una implicación de calidad, más que un “tengo que hacerlo”.
✔Enfatizar el esfuerzo y la mejora, por encima de los resultados.
✔Valorar el éxito de las tareas en función de los avances en el proceso de cada deportista, sin compararlos con compañeros ni rivales.
✔Mostrar atención y preocupación por ellos, tanto dentro de la cancha como en otras esferas de sus vidas. Para que la autoridad sea respetada, tiene que ser respetable
✔Resaltar el papel que cada miembro del equipo tiene y cómo contribuye al logro del objetivo común: “Trabajar juntos para mejorar juntos”.
Las y los líderes del ambiente físico-deportivo pueden crear condiciones para que sus deportistas disfruten y tengan largas trayectorias deportivas, promoviendo así el bienestar y la salud física y psicológica, considera la investigadora. A su vez, trabajar con deportistas felices y saludables traerá, sin dudas, buenos resultados deportivos. Win-win.
Fuente: Clarín