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EL FOTÓGRAFO DE LA PATAGONIA

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EL FOTÓGRAFO DE LA PATAGONIA

El fotógrafo que desafía los límites de la Patagonia y retrata su mundo animal.
Desde las entrañas de un glaciar, en lo alto de la montaña o rodeado de pinguinos, sus fotos son una ventana ilustrativa hacia la intimidad del mundo animal y la naturaleza. Con más de 1 millón y medio de kilómetros recorridos entre la Patagonia y Antártida, el fotógrafo cordobés construye con su arte un puente para la conciencia y la preservación del medio ambiente.


Fue testigo de innumerables escenas protagonizadas por animales salvajes en los escenarios naturales más recónditos que ofrece el sur de Argentina. Su trabajo como fotógrafo de la naturaleza le permitió realizar una travesía que ya lleva más de 1 millón y medio de kilómetros y hoy es el fotógrafo con el banco de imágenes más importante de la Patagonia Austral. Entre tanta diversidad recorrida, compartió sus andanzas con focas, pingüinos, aves autóctonas y elefantes marinos.
Egresado de la Escuela de Artes Lino Spilimbergo, en la Ciudad de Córdoba, y radicado hace más de 25 años en Puerto Madryn, Andrés Bonetti lleva publicados diez libros –su última publicación es “Patagonia, viaje a lo natural”- con más de 40 mil ejemplares vendidos, que contienen una detallada selección de las imágenes más icónicas en Península Valdés, Parque nacional los Glaciares, Ushuaia, Islas Malvinas y Antártida.


“Estuve yendo durante 30 días seguidos a un lugar para poder lograr la foto sobre el varamiento intencional que realiza la orca en península Valdés”
Sus inicios cómo fotógrafo de la naturaleza prestan fidelidad a un viejo y popular refrán, pero con una favorable corrección: donde pone el ojo, pone…la foto.
Andrés contó a Télam que su pasión por la fotografía de la naturaleza nació a sus 31 años cuando, en marzo de 1992, en Punta Norte –Península Valdés, Chubut- tuvo la dicha de presenciar un avistamiento de orcas. El hecho fue fortuito, pero inmediatamente reflotó el talento. En ese momento, sin imaginar su repercusión futura –recuerda entusiasmado- Andrés tomó la cámara y registró la hazaña.
“Tuve la suerte de ver orcas en el primer día y hacer una foto, esa experiencia fue espectacular, la imagen recorrió el mundo y eso fue lo que me marcó para hacer este trabajo”, relató.
El punto de partida ya estaba claro y el camino, visualizado. Sólo restaba empezar a patear kilómetros, enfrentar desafíos y acumular anécdotas. Fue entonces cuando Andrés reconoció que luego de esa experiencia con orcas “comenzó la búsqueda de una imagen tras otra: fauna, paisajes, cordillera, montaña. Y empecé a viajar y a hacer fotos, en una Patagonia que te brinda todos los atractivos que te puedes imaginar”.
Si de orígenes hablamos, como la mayoría, la palabra fotografía tiene etimología propia, y es desde ahí donde Andrés se ubica para explicar su pasión: “en griego, fotografía significa ‘dibujar con luz'”, con lo cual -informa- es excluyente saber contemplar los tiempos para contar con la claridad u oscuridad esperada para lograr la preciada foto.

Otro mundo, mucha paciencia

Los tiempos en el universo de la naturaleza son muy distintos a la vorágine a la que estamos acostumbrados, y disociarlo puede marcar la diferencia entre un trabajo profesional y uno amateur. Además del conocimiento para el manejo técnico de los equipos fotográficos para este tipo de producciones, es necesario adquirir otras cualidades que, para Bonetti, “son fundamentales”.
Una de ellas –cuenta- es la complicidad con la soledad: “te tiene que gustar estar en un lugar durante horas, en silencio, contemplando en soledad la naturaleza” para lograr la captura deseada.
Además de retratar animales, Andrés Bonetti es especialista en capturar grandes postales de la naturaleza. Cumbres montañosas de la Patagonia, la ruptura del glaciar Perito Moreno y hasta “esculturas cinceladas por el viento”, como rotula en su blog personal a los témpanos que flotan náufragos por las congeladas aguas del sur argenitno.
“La ruptura de un glaciar es algo único, por ahí en el momento que vas, el clima no es favorable, o hay lluvia, por ejemplo, pero tenés que cubrir el equipo y defender la toma como sea”, relata Andrés para ilustrar la dificultad intrínseca con la que convive en su trabajo.
Andrés también habló de las enseñanzas que almacenó después de tantos años de trabajar codo a codo con la naturaleza: “te enseña esas cosas y el contacto repetido te enseña lo que sigue, saber cuáles son los mejores momentos para trabajar y, sobre todo, saber cómo poder manejar la luz, que es algo fundamental en la fotografía de la naturaleza”.
Por otra parte, en las fotos que muestra en su banco de imágenes, uno de los más nutridos en esta temática, se lo puede ver trabajando a escasos centímetros de, por ejemplo, un albatros -ave marina que puede medir hasta 3 metros con las alas extendidas- o como testigo silencioso –y privilegiado- de los malabarísticos saltos de un pingüino de Adelia dentro de su colonia.
Frente a la pregunta sobre qué conducta debe adoptar para que el animal no se alarme con su presencia, Andrés arroja un poco de luz: “uno tiene la conducta incorporada de no molestar, de acercarse lentamente y buscar el mejor momento y la mejor posición para que ellos directamente ni se den cuenta de tu presencia, para que no cambien su comportamiento”.
Como amante y difusor de los ciudados del medioambiente y de quienes lo habitan, y con plena conciencia de las dificultades que conlleva vincularse con eso, Bonetti contó que a veces es necesario acudir a la prudencia y contar con el asesoramiento o la compañía de expertos.
Para ello, hay veedores de la Secretaría de Turismo a los que acude como apoyo para no generar ninguna alteración en la fauna que pueda desencadenar alguna consecuencia en el lugar.

NATURALEZA Y ARTE PARA GENERAR CONCIENCIA


Con sus trabajos, Andrés Bonetti busca acortar la brecha al daño que las personas generan a los animales y al medioambiente. Algunas frases sobre su mirada proteccionista:
-“La gente, al observar lo que es una vida rodeado de naturaleza, se apasiona y quieres conocer más, se interesa y averigua”.

-“Hay muchas cosas que nos afectan a los que hacemos fotografía de naturaleza y es la extinción de algunos animales y el retroceso de los glaciares”.
-“Esto tiene que servir para que una orca, un delfín o un lobo vivan en libertad y no en cautiverio (acuario), que la matanza de ballenas termine”.
-“En la época que estamos viviendo, no puede permitirse de ninguna manera que se mate un animal ya sea para estudios científicos o para el consumo humano”.
-“Que el contrabando de aves exóticas concluya. Tenemos que tomar conciencia todos para vivir en armonía con la naturaleza”.

La foto más difícil
La composición de una escena no sólo depende de la destreza de quien haga la foto. En determinadas ocasiones la paciencia resulta ser una virtud y Andrés cuenta con ello.
Aquí otra vez los tiempos: “uno de los animales más difíciles para retratar es la orca, por la cantidad de condiciones que hay que tener en cuenta para poder realizarla”, anticipó. Es que las condiciones a las que se refiere Andrés proponen una inmersión de lleno a la aventura.
El fotógrafo fue contundente cuando repasó el derrotero de días a los que tuvo que someterse para poder capturar el momento exacto de frenesí cuando una orca se está alimentando de lobos marinos.
“Estuve yendo durante 30 días seguidos a un lugar para poder lograr la foto sobre el varamiento intencional que realiza la orca en península Valdés”, comentó.

EL MOMENTO JUSTO


El “varamiento intencional” que realizan lasoOrcas es un ritual de alimentación que consiste en encallar el cuerpo de forma deliberada en la playa para capturar lobos marinos o elefantes marinos, una de las conductas predatorias más impresionantes de la vida salvaje en el planeta.
“En este caso es muy importante conocer el comportamiento de la orca y tener en cuenta el clima, que en general, cuando hay vientos, es difícil que se arriesguen a capturar ya que pueden quedar varadas y no volver al mar”, nos informa.
La dificultad que propone ese ritual hace que la imagen lograda sea un verdadero tesoro fotográfico. “De 20 orcas sólo 6 o 7 son cazadoras. Por lo que estos condimentos son los que hacen atractivo el poder estar ahí.”
Sin embargo, lejos de ser un impedimento o una complicación, Andrés advierte que la visualización previa de una foto muchas veces incluye a futuro esfuerzos físicos que ponen a prueba la destreza personal, y que es algo a lo que está expuesto permanentemente.
“Cada foto que uno imagina se tiene que preparar para hacerla”, anticipa, y refuerza: “a veces hay que hacer largas caminatas para llegar a un amanecer, transitar por bosques oscuros para llegar justo a la hora que sale el sol, o esperar al día adecuado para navegar y poder bucear en un mar calmo y encontrar lo que buscabas, como por ejemplo, una ballena con su cría”.
“Todo esto hace que cuando lo logras tengas una sensación de felicidad, de sentir que lo pudiste hacer, que valió la pena el esfuerzo”, añadió.

 

De peligros y desafíos
El trabajo de fotógrafo de la naturaleza conlleva un riesgo quizás mayor respecto de otras actividades más convencionales, y la búsqueda de una foto exclusiva implica que esos riesgos también tengan un costado desafiante.
Así ocurrió con el viaje que emprendió Andrés para retratar la Antártida, donde tuvo un “complicado y exigente” viaje en barco durante los dos primeros días, cuando cruzó el Pasaje de Drake, un mar siempre en movimiento que separa la plataforma continental de la Antártida.
O bien -recuerda la anécdota- cuando buceó con ballenas, que por la dimensión del equipo que utiliza el riesgo es intrínseco a la situación, que sumado al comportamiento impredecible de los animales marinos puede generar incomodidad.
“Situaciones de peligro existen siempre, porque estamos haciendo fotos en lugares donde existe el peligro constantemente”
“Tuve experiencias de peligro volando en aviones Cesna –un monoplano de dimensiones pequeñas- sobre lugares donde el clima no es muy benigno, como en El Chalten”.
Además, contó que cuando voló en una aeronave con un clima en el que por momentos había vientos cruzados, el avión “se movía mucho”, detalló. “Es un lugar peligroso para volar, ya que en caso de que la aeronave tenga un problema de motor no podrá llegar a planear a ninguna superficie lisa donde pueda aterrizar”, cerró Andrés.

Las redes de Bonetti

Instagram: https://www.instagram.com/andres.bonetti/?hl=es
Blog personal: http://www.andresbonetti.com.ar/
Fuente: Télam

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