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UN MÍTICO RINCÓN DE SANTA CRUZ

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UN MÍTICO RINCÓN DE SANTA CRUZ

Hoy cumple años unos de los misterios más grandes de nuestra provincia: LA LAGUNA AZUL. Que tiene y que no tiene fondo son dos de las grandes discusiones que siguen vigentes con respecto a este bello paisaje que nos ofrece.

 

A 60 kilómetros de Río Gallegos, y  a solo tres kilómetros de la ruta que va a Chile, la zona que cubre esta laguna es un volcán, o una caldera volcánica, que está a ras del suelo, con un espejo de agua en el centro a la que se accede bajando unos cien metros.

Antoine de Saint Exupery escribió esta historia cuando en 1930 volaba en sus frágiles aviones en el sur de la Argentina.

El piloto que se dirigía hacia el estrecho de Magallanes sobrevoló un poco al sur de Rio Gallegos una antigua vertiente de lava, con un cráter y una laguna en el centro. Luego se halló una segunda vertiente de lava y después otra. Y otra. Cada una de ellas tenía en el centro un cráter. Y nada del orgulloso y alto volcán Vesubio. Estos están situados en la misma meseta, como bocas de cañones. Un paisaje inhóspito donde  hace muchísimos años mil volcanes se respondían entre si cuando escupían sus fuegos.

A veces, es imperioso remitirse a los recuerdos de la infancia, porque ellos llegan y entran en la mente de uno con una fuerza nostálgica contra la que es imposible batallar. Y esos recuerdos vienen atados a una imagen idealizada desde la estatura bajita que tenía uno en aquellos tiempos.

Y todo le parece entonces más grande, más épico. Es solo la grandiosa imaginación que estábamos ensayando para utilizar en el futuro. Y ahora que el futuro ya llegó, a uno se le ocurre volver al pasado.

Yo voy a mi pueblo, Rio Gallegos, bien al sur, al sur del sur, una vez al año. Y volví por ejemplo, después de tantísimos años, a ver el volcán… un raro volcán, pero al que todos conocemos no como el volcán sino como La laguna Azul.

Por muchos años, escuché todos sus mitos. Que no tenía fondo, que estaba conectada al océano Pacífico, pero los geofísicos, con un ecosonar, determinaron que tiene fondo a los cien metros.

La laguna forma parte del complejo Pali-aike, y es uno en el rosario de volcanes que se halla en las inmediaciones, todos de baja altura. A la boca del volcán, lo sobrevuelan las bandurrias, que nidifican en las laderas, entre las cavernas y cuevas que forman la escoria volcánica.

En el agua, vive un pez ciego llamado Epuyén, que nada en las profundidades. Lo llaman “el pez monstruo”, porque se ve horrible cuando lo pescan y lo sacan a la superficie. Literalmente se deforma por la súbita diferencia de presión y queda con un aspecto monstruoso.

Cuando era chico, era la laguna misteriosa, pero ahora es más conocida como el volcán energético, de modo que en ciertas épocas del año -cuando hay luna llena y no hace frío, por ejemplo-, acuden los vecinos enrolados en lo paranormal, lo místico, lo esotérico, los mentalistas o los yoguistas.

La Laguna Azul fue descripta como parte del paisaje que vio en 1930 el piloto francés Saint Exupery, como ya anticipé, pero, además, es probable que después le sirvió de inspiración para sus volcanes que narra en su libro “El Principito”.

Se sabe que las cenizas volcánicas que se encontraron en la Laguna Azul y en otros sitios gracias al estudios de las estratificaciones, cubrieron cuatro veces gran parte de la Patagonia. En esa zona, vivió -entre unas y otras manifestaciones volcánicas- “el hombre de Pali-aike”, cuya presencia se remonta a 7.000 años. una de las más antiguas presencias humanas en la Patagonia.

Fuente: TN

 

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