Esta nueva vacuna vendría a sumarse a las ya aprobadas Pfizer y Moderna, ya ha sido probada con ratones y pronto comenzarán las pruebas en humanos. Apunta especialmente a los países en desarrollo que tienen dificultades logísticas para distrIbuir las vacunas ya aprobadas.
El laboratorio bioquímico de la Universidad de Stanford está desarrollando una vacuna contra el COVID-19 basada en tecnología de nanopartículas que solo necesitaría una dosis y podría ser almacenada en temperatura ambiente.
Los investigadores de la universidad han dicho que este desarrollo partió de la experiencia que tienen en los estudios de vacunas contra el VIH, el Ébola y la influenza pandémica, las cuales venían en desarrollo antes de que el brote de coronavirus se esparciera por el mundo.
Aunque el SARS-CoV-2 está fuera del área de especialización específica del laboratorio, desde la declaración de la pandemia los investigadores de Stanford vienen desarrollando una candidata prometedora de vacuna contra este virus, la cual ha tiene importantes avances.
“Nuestro objetivo es hacer una vacuna de un solo disparo que no requiera una cadena de frío para su almacenamiento o transporte. Si lo hacemos bien, también debería ser barato”, dijo Peter S. Kim, quien es profesor de bioquímica en Virginia y DK Ludwig. “La población objetivo de nuestra vacuna son los países de ingresos bajos y medios”.
Esta nueva vacuna se detalla en un artículo publicado el 5 de enero en la revista ACS Central Science donde se explica la tecnología de nanopartículas que utiliza. Dichas nanopartículas son salpicadas de la mismas proteínas que componen los distintivos picos superficiales del virus, los picos facilitan la infección al fusionarse con la célula huésped y crear un pasaje para que el genoma viral entre y secuestre la maquinaria de la célula para crear más virus.
Lo que pretende esta vacuna es usar estos picos a manera de antígenos, haciendo que su presencia en el cuerpo desencadene una respuesta inmune que combata la infección.
La ventaja de las vacunas de nanoparticulas consiste en equilibrar la efectividad de las vacunas de base viral con la seguridad y la facilidad de las vacunas de subunidades. Aunque las vacunas que utilizan el virus para administrar el antígeno pueden ser más eficaces que las que solo contienen partes aisladas del virus, estas tardan más en producirse, requieren refrigeración y sueles causar efectos secundarios.
Las vacunas aprobadas a la fecha por la FDA, como la Pfizer y Moderna, que utilizan tecnología ARNm de ácido nucleico, son más rápidas de producir que las vacunas de nanopartículas pero son mucho más caras de fabricar y requieren más de una dosis para garantizar su efectividad.
En contraste, las pruebas en ratones de la vacuna de Stanford han arrojado una inmunidad contra el COVID-19 después de una sola dosis.
De acuerdo con los investigadores, su vacuna podría almacenarse en temperatura ambiente y están determinando si podría almacenarse y distribuirse en forma de polvo liofilizado. Esto facilitaría mucho el transporte y aplicación de la vacuna en el mundo, en especial en los países más pobres donde el requerimiento de refrigeración que tienen las vacunas más avanzadas -que oscila entre 8 a -70 grados Celsius (46 a -94 grados Fahrenheit)- es un impedimento.
“Esta es una etapa realmente temprana y todavía hay mucho trabajo por hacer”, dijo Abigail Powell, ex becaria postdoctoral en el laboratorio de Kim y autora principal del artículo. “Pero creemos que es un punto de partida sólido para lo que podría ser un régimen de vacuna de dosis única que no se basa en el uso de un virus para generar anticuerpos protectores después de la vacunación”.
Los investigadores continúan mejorando y afinando su candidata a vacuna, con la intención de acercarla a los ensayos clínicos iniciales en humanos.
Fuente: Infobae
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