Por Sebastián Tresguerres
El del “vacunagate” es un caso tan obviamente repudiable que por eso es tan potente, hasta el mismo Alberto lo repudió. Yo también lo repudio, pero trataré de no repetir aquí todas las cosas que ya se han dicho.
En primer lugar, va quedando claro que Verbitsky hizo lo que hizo porque se enteró de que la información del escándalo de las vacunas estaba por trascender y quiso anticiparse, tanto para que su caso quedara como más casual e inocente como para de paso arruinarle la primicia a los periodistas que la iban a dar (cual comando a punto de ser atrapado en las líneas enemigas que toma una píldora de cianuro para autodestruirse y no darle el gusto al enemigo de torturarlo).
Desde el punto de vista político, fue individualista. No subsumió su individualidad al grupo. Fue lo contrario a un Aníbal Fernández. Demostró, Verbitsky, que en el fondo es un perro solitario, más un mercenario que un militante. O más un gato que un perro. Sin siquiera haber recibido la vacuna, ni ser afín al gobierno, la Sarlo tuvo más códigos que él.
Imagínense si Ginés tuviera la misma actitud que Verbitsky: rodarían cabezas de muñecos a mansalva si abriera la boca para salvar un poco su dignidad.
Yo tengo la teoría de que Ginés cuando en su carta de renuncia dijo que fue una “confusión involuntaria de su secretaría privada” (habla de secretaría con acento en la í, no de secretaria) y que él estaba en Entre Ríos, lo que hizo fue pasar un mensaje velado a los propios, al gobierno: “ustedes sabían” (o incluso, “ustedes lo montaron”).
Es imposible que sólo Ginés y Beatriz Sarlo supieran cosas, y en esto tiene que tener mucha cintura el gobierno con sus muestras públicas de indignación y pedidos de renuncias ¿por qué debería renunciar Ginés y no otros también?
En principio, la línea de corte implícita es la de separación entre vacunados y vacunadores. Viene a quedar asentado implícitamente que dar vacunas por abajo de la mesa es más grave que recibir vacunas por abajo de la mesa.
Lo extraño de esta definición es que, aparentemente, los únicos beneficiados finales de todo esto son los vacunados por abajo de la mesa, no los vacunadores, no Ginés. Por ahora no se conoce que Ginés haya recibido dinero a cambio de las vacunadas. ¿Ginés fue un altruista inmoral?
En el caso de las vacunas, no hay existencia de coimas (al menos que se sepa hasta ahora). Por eso se habla de “inmoralidad” y no de delito. Pero para que exista delito no es necesario que deba existir coima. Que se muera tu madre si se contagia porque los choferes de los intendentes se vacunaron con las dosis que le correspondían a ella y a otras personas, ¿es solamente inmoral? ¿Por qué no es asesinato culposo o tentativa de homicidio?
Una cosa es cierta: los vacunados por abajo de la mesa pueden alegar que ellos no tienen por qué saber en detalle fino cómo se está manejando la vacunación. Y para este argumento hay una prueba importante: todo el país aceptó que vacunaran a muchos políticos (Alberto, Kicillof, etc.) antes que a los demás (personal esencial incluido). Fue público y fue aceptado por el pueblo casi sin chistar, como si fuera obvio que ellos debían ser vacunados. Quizás ese haya sido el pecado original de todo lo que vino después (más allá de que fuera cierto que había un contexto en el que era necesario restablecer el prestigio de la Sputnik). Si Alberto presidente se vacunó primero y Kicillof gobernador se vacunó segundo y el pueblo y las instituciones lo aprobaron, ¿por qué los intendentes no se iban a vacunar tercero? ¿En dónde estaría el error de esa secuencia lógica?
La cuestión es que Ginés va a ser recordado como una especie de Menem de la salud.
Al volver a ser ministro cometió un error parecido al de Cavallo volviendo a la función pública con De la Rúa en vez de retirarse. La primera vez fue un héroe, la segunda un terrorista suicida. Retoquemos una frase famosa: “Los Gineses se repiten como farsa”.
También hay imberbes sin maldad
Una cosa que la gente no entiende es cómo puede ser que haya gente joven (militantes fuera de edad de riesgo) que se hayan vacunado en este estado de escases de vacunas sin necesitarlo. Eso es no entender los mecanismos de la naturaleza humana del poder.
Que alguien se vacune pronto (lo necesite o no) significa que está más cerca del poder, o que pertenece más. Es un signo de pertenencia.
En un esquema de poder real difuso (y la Argentina misma es un reino de lo difuso), por ejemplo, la forma que tienen los soldados de darse cuenta qué jefe la tiene más larga es fijarse en ese tipo de cosas, no sólo ocurre con las vacunas. Suponete que en el gobierno (como en cualquier gobierno) hay una interna entre dos ministros y los militantes reciben órdenes contrapuestas de ellos ¿vos a quién obedecerías más si fueras uno de esos soldados? ¿Al que se vacunó por abajo de la mesa, o sea al que debemos suponer que tiene más contactos reales, o al que no y por lo tanto debemos suponer que está más en el llano?
Para algunos vacunarse significa pertenecer, simplemente. Ni siquiera hay maldad, o consciencia de maldad. Las cosas se van dando. Hay casos y casos.
No le roben las vacunas al pueblo, pero tampoco la indignación
La oposición por supuesto que va a buscar hacer jugo del jugo, van a estirar el polvo de jugo disecado marca Verbitsky hasta el infinito cual dealer rebajando merca con talco, van a intentar que el caso de las vacunas sea como la cámara oculta a la contada de guita de Lázaro mientras se tomaba whisky, pero también deberían cuidarse de no exagerar hasta el extremo, porque tampoco es bueno que se muestren desesperados por sacar rédito con este tema tan sensible. A mí no me interesa ver la jeta de Lara Croft Zuvic indignada en TN por este caso de las vacunas; indignado ya estoy yo. Tampoco me interesa ver esos flyers de nuestros opositores locales mirando a cámara con camisita prolija con la leyenda “el concejal tal pide que renuncie tal”. Indignado ya estoy yo y no ando publicando flyers con mi foto prolija. Lo que quiero de un político opositor (y de cualquier político) es que haga lo que yo no puedo hacer, y que tenga logros reales. Un político opositor no tiene que desear que renuncie alguien y aprovechar ese deseo para photoshopearse en facebook, tiene que lograr provocar que ese alguien renuncie (o lo echen, o lo sancionen, o pierda elecciones). La diferencia es que los opositores creen que hacer un flyer o un parte de prensa es el logro.
Baleados versus vacunados
Por último, una cosa que también es cierta es que muchísimos funcionarios y políticos tanto del oficialismo nacional, como provincial y municipal, se han contagiado el covid por trabajar mucho (eficazmente o no) y exponerse al virus estando en funciones (a veces por irresponsabilidad y mal cuidado, pero eso no quita del cuerpo la “bala recibida en combate”) durante esta pandemia. Ellos también deberían indignarse de sus colegas que se vacunaron antes de tiempo.