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Luciano
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Una travesía con ritmo patagónico

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Una travesía con ritmo patagónico

En una combi transformada en motorhome, una pareja se propone recorrer el país. Antes, pasaron por el Parque Patagonia y una “señal” de su cielo nocturno los decidió a una travesía con “ritmo patagónico”.

 

Un mundo vivo, diverso y asombroso es el que descubrieron Ornela y Cristian en un  espacio público que nos pertenece a todos y que los cobijó en esta aventura que se propusieron de “tomársela en kombi”

 

Ornela Serodino es psicóloga, oriunda de Bahía Blanca y santacruceña por adopción. Vive hace seis años en Los Antiguos, donde conoció a Cristian Santana, un docente “nic”, nacido y criado, de ese pueblo que los inspiró a embarcarse en esta aventura de viajar. “Decidimos llamar ‘Dorita’ a nuestra combi, como la abuela de Cristian. Meses y meses de preparación nos ayudaron a desarrollar paciencia, a unirnos más, a establecer objetivos y a ilusionarnos con este viaje que comenzó aquí, a poquitos kilómetros, en el Parque Patagonia”.

 

Ese día salieron temprano desde Los Antiguos hasta el Portal Cañadón Pinturas. Si bien no era una ruta desconocida para ellos, Ornela cuenta que “era la primera vez que iba a hacer caminatas y a recorrer senderos”.

 

“Ya el trayecto hasta allí fue hermoso: nos tocó ver el atardecer por la ruta 40. La infinidad que transmiten esos colores amarillos, naranjas, rosados, rojos, es algo maravilloso que al menos una vez en la vida todas las personas deberían experimentar”.

 

 Al llegar al Portal se encontraron con un lugar especialmente preparado para viajeros en vehículos con una empalizada dispuesta estratégicamente para un buen reparo del viento. Luego encender la fogata, se quedaron contemplando el cielo “un buen rato, que ahí carece de contaminación lumínica: impecable, puro; una experiencia en sí misma”, describe Ornela.

En esa contemplación estaba cuando notó que había “estrellas distintas”. Para ella eran “nubes en la noche”. Cristian le explicó que lo que estaba viendo era la Vía Láctea. “Ya bastante maravillada con descubrir constelaciones, llegó la cereza del postre: la estrella fugaz. Hizo un movimiento circular y fue dejando un caminito… obnubilada, pedí un deseo”, describe.

A la mañana siguiente desayunaron en La Posta de Los Toldos, desde donde -nos advierte- “si prueban alguna de las comidas de ese menú les va a suceder lo mismo que si comen calafate en Patagonia: van a querer volver. El lugar es acogedor, además de la postal inmejorable que regalan sus ventanales, que te hacen sentir parte del paisaje junto con guanacos, choiques, zorros y aves. Nunca en la vida tuve animales silvestres tan cerca. No es la Patagonia típica; es otra Patagonia, otros colores, otros paisajes. Y en Portal Cañadón Pinturas podés hacerlo en motorhome”.

 

 “Esa primera noche en que dormimos en Parque Patagonia sentimos que empezaba el primer día de nuestra próxima vida. Nos quedamos en silencio y recorrí con la mirada cada detalle, cada cosita que fuimos agregando a nuestra compañera de ruta,‘Dorita’. Cada artefacto dispuesto como un rompecabezas, piezas armadas con tanto amor e ilusión, nos cobijaban en ese espacio chiquito que se convirtió en nuestro hogar ambulante de aquí en más”.

 

El viaje siguió hasta Gobernador Gregores, pasando por Tres Lagos y al momento de escribir esta nota ya estaban en El Chaltén hace una semana. “Ya dormimos en un taller mecánico, ya conocimos esa gente que te ayuda desinteresadamente, que empatiza con el viaje, superlindo”, se entusiasma. “Hay viajeros por todos lados, la gente se acerca y compra lo que uno tiene para vender, sahumerios, artesanías, estoy haciendo velas de soja, la gente le pone muy buena onda al viajero”.

 El próximo destino de los aventureros es El Calafate, luego pasar por Río Gallegos y llegar hasta Ushuaia, “a conectar el fin del mundo que es uno de los objetivos para luego salir a recorrer el país”.

 

 Ornela describe el viaje como “un aprendizaje constante”. “Es una sensación de libertad, con miedos, pero que vamos superando”. Por estar en la región hace tanto tiempo tienen adquirido el ritmo patagónico que se necesita para disfrutar de esos paisajes. Es con este mismo pulso que planean recorrer Argentina y cruzar fronteras “hasta donde nos dé, experimentando la libertad. Vamos despacio, pero porque vamos lejos”.