Aún es pronto para augurar si SER y Cambia Santa Cruz concretarán la ya tan comentada posible alianza electoral en Santa Cruz para el 2023 pero, independientemente de que se concrete o no, puede ser interesante analizar algunas cuestiones generales y comparar los estilos y las idiosincrasias de ambos espacios políticos, para ver qué resulta de ello.
Una pizca de historia
En cierto momento de la historia socioeconómica de Santa Cruz, hubo un cambio de signo de actor principal en la matriz productiva de la provincia: las ventas mundiales de carne ovina y de lana fueron decayendo y a la vez la extracción hidrocarburífera fue creciendo en volumen e importancia, allá a partir de mediados del siglo pasado, cambiando así la configuración social de la provincia, sobre todo en la zona norte.
Puede decirse a grandes rasgos que los “republicanistas” empatizaban mucho más con esa primera etapa histórica de preeminencia económica agropecuaria, y que el peronismo tradicional simpatiza con la etapa siguiente y con los obreros en general (y los trabajadores del petróleo y el carbón en particular).
Hoy en día, el sector agropecuario en Santa Cruz perdió terreno y protagonismo, pero sin embargo no perdió terreno la simbiosis entre el “agropecuarismo” y el radicalismo/cambiemos: hoy existe un “agropecuarismo simbólico”.
Es un “agropecuarismo” político atado a lo nacional. Los cambiemos santacruceños defienden a rajatabla a ese símbolo de nivel nacional llamado “el campo” (y que abarca muchas más cosas que el campo en sí mismo), y tienen simbiosis política con ese sector económico y con esa significación, sobre todo después de la 125.
¿Sería una alianza entre Cambia Santa Cruz y SER la síntesis de esa lucha dialéctica entre las dos puntas de ese clivaje histórico de Santa Cruz? ¿Entre trabajadores peronistas y burguesías de clases medias y medias altas?¿Entre zona norte y zona sur? ¿O sería una alianza imposible de amalgamar más allá de un corto plazo?
Peronismo versus…
El SER tiene una base peronista y obrera. Juntos por el Cambio (y particularmente Cambia Santa Cruz) tiene una base intelectual y republicanista.
El kirchnerismo también tiene una base idiosincrática peronista y obrera (y popular), pero también tiene fuertes condimentos intelectuales (sobre todo el cristinismo).
En lo idiosincrático y en lo estético, si no existiera la famosa grieta hiper polarizada, y no hubiera corrido tanta agua bajo el puente antikirchnerista de la “lucha ética republicana contra el kirchnerismo”, es probable que un simpatizante de Cambia se sentiría menos extraño si tuviera que hacerse kirchnerista que si tuviera que hacerse vidalista.
Cambia Santa Cruz es un espacio centrado en lo ideológico y en las abstracciones teóricas.
El cristinismo es un movimiento ideológico e intelectualista, pero también de acción.
El SER no parece ser un partido ideológico, sino de estricta acción.
El SER sí se parece al kirchnerismo en cuanto al verticalismo y la conducción (no por nada ambos son derivados del peronismo).
El radicalismo en cambio es horizontalista. Sin embargo el sector del costismo sí tiene condimentos verticalistas, sólo que no centrados en la conducción directa.
El costismo es un estilo de toma de decisiones de mesa chica, pero la forma de imponer la voluntad de esa mesa chica para adentro del partido no se da tanto por persuasión y conducción, sino por evitar el roce con la otredad interna, esquivar las desavenencias, y por las bajadas de línea cuasi virtuales.
Si hubiera una alianza electoral entre el costismo y el SER, eso derivaría (si ganaran las elecciones) en una alianza de gobierno casi necesariamente. Sería casi imposible que si gracias a Vidal ganara Cambia Santa Cruz, el SER no exigiera cargos en el gobierno. Y con una alianza de gobierno, los radicales/cambiemitas no sabrían cómo “manejar” a los petroleros en el gobierno. No tienen experiencia en conducir, y menos aún en conducir a personas que no son bebés de pecho.
La oposición en Santa Cruz adolece cada vez más de falta de experiencia en funciones ejecutivas y liderazgo de grupos humanos en el plano de los cuerpos.
Salvo excepciones (algunas intendencias radicales de vez en cuando, y cuyas experiencias no terminan adecuadamente registradas en su memoria partidaria para aprender de ellas, y algunas intendencias de aliados dispersas en el espacio y el tiempo), tiene limitado su campo de acción a lo legislativo, y además de una manera reducida (ocupan muy pocas bancas). A esta carencia la fueron paliando y reemplazando con lo mediático. Su acción es principalmente acción mediática. Podría describirse como: centrarse en la intelección y la mediatización y no en la acción.
Pero el camino de Vidal fue otro, casi el contrario: por un lado, ejercer un mando sobre un grupo humano complejo y muy corporal, y por el otro, crearse una propia gestión ejecutiva. Crearse las condiciones para la acción. Ejecutar obras y servicios comunales cual lo haría un mini-gobernador o un intendente itinerante.
Del SUPE a hoy
En tiempos anteriores a la privatización de YPF, el gremio del SUPE fue un aliado del kirchnerismo provincial, y contribuía con él económicamente (por ejemplo en las campañas electorales). Incluso antes de eso, fue un gremio históricamente aliado al peronismo, cabe mencionar que Encalada, perteneciente al SUPE, fue vicegobernador de Jorge Cepernic en los 70 (de hecho, fue la condición impuesta por dicho gremio para poner dinero en la campaña).
Luego de producida la privatización de YPF, el gremio de los petroleros privados terminó siendo el dominante, ganó Vidal su conducción, y mutó el tipo de apoyo hacia el kirchnerismo: en vez de aportes económicos directos para las campañas, los aportes quedaron adentro para apuntalar a la propia figura política de Vidal, y el apoyo al kirchnerismo mutó a votos vía un sublema. Hasta ahora.
También hay que mencionar que la privatización de YPF produjo otra cosa: trabajadores privados. Ese podría ser un eje de intersección (tal vez uno de los pocos) entre Cambia y SER: tanto los dirigentes de Cambia, como sus votantes, son claros propugnadores del empleo privado por sobre el empleo público, y los petroleros de Vidal son trabajadores privados. Es más: la bandera del trabajo privado le hace más justicia al vidalismo que al radicalismo santacruceño.
Roxana y Claudio
Una cosa que es notoria, hasta ahora al menos, es lo desdibujada que queda Roxana Reyes cada vez que hay noticias de acercamientos entre el costismo y el SER. Los rumores puntuales de contactos entre ambas fuerzas, así como el imaginario que sucede a los rumores, vienen asentando la idea de que es Eduardo Costa el manejador, apuntalado por Giubetich (y en algún momento cabe que por Acevedo), de los contactos y negociaciones con Claudio Vidal.
Todos varones, y Roxana completamente al margen y desdibujada. Hasta ahora, cada vez que se habla de contactos entre todos esos varones, pierde peso la figura relativa de Roxana (y, más en general, de las mujeres de Cambia).
Pero, si siguiera vigente la ley de lemas, sí habría una mujer que claramente saldría beneficiada de la alianza: Gaby Mestelán (si Encuentro Ciudadano formara también parte de la alianza, como en el 2019).
Ya es archi mencionado que en política uno más uno casi nunca es igual a dos. Con una alianza entre SER y Cambia, sobre todo el SER sería quien perdería más votos respecto a anteriores performances, perdería algún porcentaje de votos peronistas, lo cual es un hecho que puede presentar Vidal en las negociaciones aliancistas para aumentar sus exigencias: a cambio de “inmolar” algún porcentaje de voto peronista por aliarse con Cambia, no puede menos que exigir más cargos en el futuro posible gobierno y/o más gente de SER en futuras listas.
No sólo el SER perdería algún voto peronista por el lado “del sentimiento” de los peronistas que no tragan al costismo, sino también por el lado de lo racional y el cálculo: todos damos por hecho que si se aliaran Cambia y el SER, el sublema ganador final sería más probablemente el de Cambia que el de SER; entonces ¿votar a Vidal para que no gane Vidal y termine ganando la gobernación un costista?¿Es negocio eso para un votante peronista?
Por todo esto, también es probable que una alianza entre SER y Cambia beneficie relativamente a Belloni (si se presenta), porque es uno de los peronistas netos más reconocido como tal en la provincia, que podría captar el voto peronista que perdería SER ante el disgusto por la alianza con Costa.
En cambio es más difícil que Cambia pierda tantos votos cambiemistas como votos peronistas el SER. Los votantes netos de Cambia Santa Cruz detestan tanto al kirchnerismo, que es probable que la mayoría esté dispuesta a tragarse un sapo (la alianza con SER) con tal de que un kirchnerista puro no gane la gobernación una vez más, y además, tampoco tendrían muchas otras opciones en las que confiar un voto útil para ellos y ellas.
De darse la alianza, sí o sí tendría que haber un sublema representando al sector anti-costista del radicalismo (ya sea Leo Roquel, que dicho sea de paso quedó en mala relación con Giubetich luego de su gestión municipal y ahí podría haber algún ruido interno con todo esto, o Pato Fadul mismo si se decidiera volver a actuar, o alguien del fadulismo), porque la alianza con SER se vería (y de hecho ya se ve así) como un teje y maneje del costismo, lo cual seguramente irrita e irritará a los radicales no costistas, que generarán ruido y críticas públicas que entorpecerán la campaña.
Por todo lo anterior, de no derogarse la ley de lemas, una gran beneficiada de la posible alianza sería Gaby Mestelán, en un sentido parecido al que resultó beneficiado a Encuentro Ciudadano en el 2019 pero aún más potenciado: los que quieran votar a Cambia pero les moleste la alianza con SER, quizás la votarán a ella, sabiendo que finalmente el voto igual terminará sumando para Cambia (siempre y cuando haya ley de lemas), pero lo podrán meter en la urna sin taparse tanto la nariz (aunque sea mera excusa).
Cabe preguntarse una cosa más. Si finalmente hay alianza ¿no aumentarán las probabilidades de que Costa vuelva a querer postularse? ¿O de que Gardonio cobre más peso que Roxana? Es difícil, por cómo se viene proyectando la película en el cine de las señas y las expectativas, imaginarse por ahora a Roxana interactuando con Vidal, ya sea interactuando en la alianza electoral en campaña, o gobernando si ganan. Pero eso no necesariamente sea malo electoralmente: tendrán que calcular los estrategas (o preferentemente los encuestadores) si aporta más, en contexto de una elección con alianza de sublemas, la imagen de una Roxana desdibujada de Vidal (para sumar votos más diferenciados), o si convendría lo contrario (para que no se escapen los votos que duden de una alianza tan despareja).
Si fuera este último caso el preferible, y fuera a ser Roxana la candidata a gobernadora por Cambia, sería conveniente que los rumores y las señales reales empiecen a situarla a ella con más protagonismo en los acercamientos entre Cambia y SER.