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EL PRIMER DIA

Por Rocío Giménez (Santo Domingo, Ecuador) y Paula González (Río Ceballos, Córdoba)  

De todo lo que emprendemos en la vida, siempre hay y habrá un primer día. Siempre se tienen expectativas sobre ese día; a veces ciertas, otras veces falsas expectativas. Hay voces internas que te alimentan la ilusión, voces externas también que te preguntan, familia y vínculos interesados. Claro, si es un día esperado; si es que se hará algo interesante, algo que se disfruta. Aunque de igual manera, si es algo no tan placentero, igual habrá algún tipo de expectativa: todos tenemos un primer día de ir al odontólogo. Y peor si hace mucho tiempo que no vas, seguramente ese día que vuelvas será el primero de muchos otros días de sufrimiento. Tenemos el primer día de escuela cuando somos niños. O, para ser más claras, primer día de cualquier nivel académico. Un primer día laboral, en una tarea o con un rol distinto.

El primer día tiene una impronta inigualable, porque una vez que acontece ya nada vuelve a ser como era luego de ese primer día, de ese primer examen, de esa primera prueba. Cuando caen las expectativas, y recordemos: las falsas y las ciertas, las cosas cambian de lugar y empiezan a tener otro orden, otras prioridades. Tenemos más herramientas para organizar eso que se mantenía oculto por la inexperiencia.

Y cómo será de importante el primer día, que celebramos el momento en que salimos del útero una vez al año durante toda la vida. Y los demás nos recuerdan que ese día llegamos a la vida, y nos celebran. Y existen mil y una ideas en torno a este concepto de celebrar el natalicio de alguien. Conmemorar otra vuelta al sol. Hay gente que le gusta celebrar, hay otra gente a la que no le interesa en lo más mínimo. Hay personas que organizan y planifican tremenda fiesta y llaman a todo el mundo y generan toda una logística entorno al festejo, y hay otras más bajo perfil que, si organizan algo, será más del orden de una juntada super tranqui para compartir. Y en el medio de tantos extremos un montón de grises, obviamente.

Pero hay personas, y se de esto por experiencia propia, a las que cumplir años siempre les dejará algo no tan deseable, un sabor extraño, un dejo amargo. Así como también hay muchas alegrías, reaparece gente y afectos que no te contactaban hace mucho tiempo, mas se acuerdan de vos y te escriben ese día. Quizás sea el único día en el año en el que te escribe, pero lo recordó y te saludó. Sin embargo ese sinsabor aparece al final del día. Quizás esa sensación tiene que ver con no poder gestionar muestras de afecto que son del orden de lo simbólico, o no saber gestionar muestras de afecto en general.

Sobre todo en estos tiempos de distanciamiento, cumplir años es como tener la espada de Damocles sobre la cabeza. ¿Hay que festejar? ¿Se festeja de una sola manera? digo ¿Hay un único tipo de festejo?¿Cómo se celebra sin la gente querida? La excusa entonces depende del resto, porque no es una razón suficiente para festejarlo una/uno misma? Si estoy sola/o, ¿Se celebra el cumple? Quiero creer que no hay nadie completamente solo el día de su cumpleaños, pero si así fuera, ¿Cuál sería el problema? Quizás algunos sentimos el mandato del festejo, o quizás también nos gusta celebrarlo a nuestra manera, sin que haya grandes comedias y tragedias.

En este mes de marzo, en el que se cumple un año de que la pandemia llegara a nuestra latinoamérica, un año de nueva normalidad, un año en el que la historia aún nos demanda guardarnos y posponer ciertos encuentros, que la naturaleza aún nos encierra contra de nuestra voluntad, pero por necesidad de cuidar a las/los otra/os; ahora más que nunca es el momento de permitirse celebrar ese día, o cualquier otro día de nuestra vida que tengamos ganas de celebrar, a nuestra manera, y de una manera propia. Por eso invitamos a cantar como canta Buika en esta canción de Santana: yo me lo merezco y celebrar el tiempo que tenemos de la manera que queramos y podamos. A los gritos o con voz cauta, con la música al palo para que la escuche todo el barrio, o tranqui una tortita y con full videollamadas, como sea que se pueda celebrar, que nos permitamos ahora y siempre, y siempre cuidando a la otra/otro de cualquier pandemia.


https://music.youtube.com/watch?v=mbckI715aKY&list=RDAMVMmbckI715aKY  

 

Texto: Rocío Giménez (Santo Domingo, Ecuador) y Paula González (Río Ceballos, Córdoba) 

Ilustración: Rocío Giménez

 

 

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